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La maldición del Atlético no tiene fin

Madrid/dpa

 

El fútbol puede ser tan hermoso como cruel, unhealthy y si alguien duda de eso, look que le pregunte a un hincha del Atlético de Madrid.

 

Los rojiblancos estuvieron hoy a dos minutos de enterrar para siempre un recuerdo que los persiguió por 40 años y diez días. En vez de eso, lo que tienen ahora es una maldición renovada y la pregunta de si están condenados por la eternidad a ser el grande «pobre» del fútbol español.

 

Fueron 40 años y siete días con una espina clavada en el alma del Atlético, la de aquella derrota por 4-0 ante el Bayern Múnich en el estadio Heysel de Bruselas. Un partido por la final de la Copa de Europa que en realidad sobraba, porque apenas tres días antes los españoles tenían ganado el título antes de que un alemán, Hans-Georg Schwarzenbeck, les quitara el triunfo en el minuto 120.

 

Aquello fue el 14 de mayo de 1974, fecha negra para el Atlético, que ya tiene otra: 24 de mayo de 2014, derrota por 4-1 ante el Real Madrid en Lisboa tras tocar, casi abrazar, la victoria.

 

«Estoy triste por ese momento trágico», admitió Gabi, el capitán rojiblanco, en la televisión española.

 

Durante 92 minutos y 51 segundos, el instante en el que Sergio Ramos metió el cabezazo que le valió el segundo beso más famoso en la vida deportiva de Iker Casillas, el Atlético había logrado cambiar su historia.

 

«Eres el puto amo», dijo Ramos que le dijo Casillas, aliviado porque el gol del central limpiaba su clamoroso error en la salida del arco en el tanto del Atlético.

 

Pero antes de aquel empate todo era diferente, todo era sonrisas y sueños desbocados para el Atlético. No importaba que el Real Madrid tendría nueve Copas de Europa y ellos apenas una. No, lo que importaba era que ya nada sería igual, porque cuando un seguidor del Real Madrid se midiera verbalmente con uno del Atlético, la réplica sería sencilla: «Lisboa». Y discusión acabada.

 

Nada de eso, porque llegó Ramos y el panorama en Madrid se dio vuelta como un panqueque en el aire: los barrios del sur modesto dejaron de ser una fiesta, la alegría se trasladó al norte y a casi toda la ciudad. No en vano se estima que, por cada cuatro «indios», apodo de los hinchas del Atlético, Madrid alberga cuatro «vikingos».

 

Que Felipe, el futuro rey de España, sea hincha del Atlético de Madrid, es sólo la excepción que confirma la regla: los pobres son los rojiblancos, ahí no hay debate posible.

 

Un dato alcanza para calibrar las diferencias: mientras los blancos gastaron 1.190 millones de euros (1.600 millones de dólares) en fichajes en las últimas 11 temporadas, el Atlético invirtió 329 en el mismo período. En esos 11 años el Real Madrid se llevó 11 títulos. El Atlético sumaba hoy el séptimo cuando todo se derrumbó.

 

«Para los nuestros, que estén tranquilos, que volveremos. Sigo pensando que volveremos un día a jugar una final de Champions», dijo tras el partido con asombrosa entereza el lateral Juanfrán, que dio a entender que sus hinchas no tendrán que esperar otros 40 años, que la maldición un día tendrá fin.

 

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