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De la guerra a la paz

Eugenio J. Ríos

El 11 de noviembre de 1989, hace 27 años, el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), lanzó la más poderosa ofensiva militar desde el inicio del conflicto, contra bastiones de la fuerza armada ubicados en las principales ciudades del país.

La ofensiva fue denominada “Febe Elizabeth Vive, en memoria de la dirigente sindical muerta al estallar una poderosa bomba en el local de FENASTRAS, el 31 de octubre de 1989, donde también fallecieron 10 obreros y resultaron heridos 27. Meses antes, en febrero de ese año, se habían dado otros atentados contra la UNTS y FENASTRAS.

El FMLN había convocado a un diálogo sincero al gobierno de Duarte, además de retrasar las elecciones presidenciales, ambas propuestas fueron rechazadas y los comicios se realizaron el 19 marzo, ganando el Ejecutivo el partido Arena y su candidato Alfredo Cristiani.

El FMLN, luego de un detenido análisis, estimó que el diálogo podía darse con Cristiani, miembro y representante directo de la oligarquía y efectivamente ambas partes nombraron sus delegados, iniciando conversaciones en México, el 13 de septiembre de 1989. Las pláticas continuaron en Costa Rica el 16 de octubre.

El diálogo fue suspendido luego del retiro del FMLN debido al atentado dinamitero contra el local de FENASTRAS que costó la vida de 11 sindicalistas, entre ellos Febe Elizabeth, además resultaron heridos 27 trabajadores. Todos los caminos del entendimiento y la esperanza parecían cerrados por la intransigente oposición al diálogo de la oligarquía.

El FMLN no podía ignorar el papel asumido por el gobierno y la fuerza armada y siendo una organización político-militar estaba preparado para otras opciones, así el 11 de noviembre de 1989, a las 6:30 de la tarde dio inicio a esa ofensiva de gran envergadura que sacudió los cimientos, principalmente, de San Salvador y otras cabeceras departamentales del país.

Fue un asalto al corazón del enemigo donde el elemento sorpresa, la táctica y la estrategia se impusieron al acomodamiento inicial de la fuerza armada. Golpes de mano bien preparados, acciones de comandos urbanos y desplazamientos uniformes de unidades militares, desconcertaron al ejército asesorado por los Estados Unidos.

La guerrilla utilizó diversas formas para ingresar armas, municiones y medicinas a la capital y sus alrededores. Hechos anecdóticos como bodas, fiestas de cumpleaños, entierros y grandes traslados de cereales, se produjeron unos días antes de iniciar la ofensiva. En muchas colonias de Mejicanos, Cuscatancingo y Ciudad Delgado y San Salvador, sus habitantes se encontraron de la noche a la mañana con nuevos vecinos.

Cuando los primeros disparos y estallidos de armas pesadas se dieron contra los puestos militares del ejército y los cuerpos policiales, el FMLN había desplegado y situado sus unidades en puntos estratégicos tanto para mantener una ofensiva permanente, como para resguardarse de las bombas lanzadas desde los aviones y los ametrallamientos de los helicópteros.

La ofensiva se mantuvo hasta los primeros días de diciembre, tanto el FMLN como el gobierno, llegaron a la conclusión que ninguna de las partes beligerantes se rendiría y tomó fuerza un hecho nunca ajeno en este tipo de enfrentamientos: el empate.

De ahí surgió el camino del diálogo y la posterior negociación culminando con la firma de los Acuerdos de Paz, para dar valor y trascender a una auténtica democracia y por supuesto a una nueva forma de convivencia ciudadana, no ha sido posible acceder a ella y a la justicia social, a la equidad y a una mejor distribución de la riqueza por la terquedad de la oligarquía salvadoreña.

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