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LA GENERACIÓN GAME BOY CUMPLE 25 AÑOS ENGANCHADA A LOS SMARTPHONES

Por Sina Illi (dpa)

STUTTGART – Hace 25 años salió al mercado en Japón la Game Boy, con un éxito que se extendió al resto del mundo. Gracias a la pequeña videoconsola portátil de Nintendo por primera vez se podía jugar en cualquier lugar y en cualquier momento. Un cuarto de siglo después, los juegos han conquistado los smartphones.

A día de hoy, juegos como "Angry Birds", que se instalan en apenas unos segundos en el smartphone, están extendidos por todo el mundo.
A día de hoy, juegos como «Angry Birds», que se instalan en apenas unos segundos en el smartphone, están extendidos por todo el mundo.

«Aquellos tiempos en los que los que la mayor preocupación era que por la noche mamá no te pillase jugando a la Game Boy bajo la manta…»: así recuerda un tuitero aquella época y aquel pequeño aparato que salió a la venta con el «Tetris», que puso a medio planeta a girar y encajar fichas.

La videoconsola rectangular, con la que también se podía jugar a «Super Mario» o «Donkey Kong» (y más tarde a «Pokémon») marcó en 1989 el inicio de los videojuegos portátiles, una moda que en los siguientes años se extendió por medio mundo.

El equipo de desarrolladores encabezado por Gunei Yokoi y el patriarca de Nintendo, Hiroshi Yamauchi, sacrificaron entonces una pantalla en color y mejores gráficos a favor de la duración de la batería, que aguantaba hasta 15 horas tras una carga. En los tres primeros años, se vendieron 32 millones de Game Boys y en 1997 llegó la versión con pantalla a color.

La generación que creció con la Game Boy es ahora adulta y utiliza teléfonos inteligentes. Y también con los smartphones se juega, gracias a aplicaciones como «Candy Crush Saga», que utilizan 93 millones de usuarios al día.

La Game Boy fue el comienzo de los juegos portátiles, sostiene Peter Vorderer, profesor de Medios y Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Mannheim (Alemania). Y la evolución de estos alcanzó un nuevo punto álgido con la aparición del iPhone, en 2007.

Pero nadie podía prever entonces la repercusión que tendría, opina el periodista Christoph Koch. «El smartphone es mucho más que un teléfono. También es una calculadora, una agenda, un ‘messenger’ y un juego».

A día de hoy, juegos como «Candy Crush» o «Angry Birds», que se instalan en apenas unos segundos en el smartphone y la mayor parte de las veces de forma gratuita, están extendidos por todo el mundo. «Todos juegan», asegura Koch. Para el profesor Vorderer, jugar no es tan malo, y ya «no es sólo algo para adolescentes».

Al experto en ciencias de la comunicación le preocupa más un uso excesivo del smartphone, que está siempre ahí y a veces es más importante que la persona con la que se está interactuando. Todos teclean constantemente y en las cafeterías universitarias «los estudiantes tienen en una mano en el tenedor y en otra el smartphone», señala.

Con el teléfono inteligente se juega, se comprueba el correo electrónico y se escribe a los amigos, un fenómeno que Vorderer denomina «permantly online, permanently connected», permanentemente online, permanentemente conectado.

A través de los portales de noticias se leen los últimos titulares y en las redes sociales se puede comprobar cuando fue la última vez que se conectaron amigos o familiares. Pero para Vorderer, con el abuso de los smartphones también se corre un riesgo: dejar de vivir con la misma plenitud algunas situaciones, también interpersonales.

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