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El Congreso de Colombia aprobó a mediados de la semana pasada el pacto de paz entre el Gobierno de Manuel Santos y las guerrillas de las Fuerzas Armadas de Colombia (FARC), luego de un azaroso proceso de negociación, y la insólita decisión del mandatario de Colombia de someter el acuerdo logrado en La Habana, Cuba, en un plebiscito, en el que ganó el “no”, es decir, prácticamente un rechazo al contenido del acuerdo de paz.
Pero que bien que el Gobierno de Santos no le dio una lectura diferente a la voluntad de paz de los colombianos, pese a que ganó el “no”. Pero que bien también que el mando político militar de las FARC no le dieron una lectura distinta al no de los colombianos, lo que permitió continuar con la ronda de negociaciones para incorporar al Acuerdo de Paz rechazado el 2 de octubre, propuestas provenientes desde la oposición.
Por supuesto que un sector de la oposición, liderada por el guerrerista y ex presidente de Colombia, Álvaro Uribe, quien abanderó el “no” en el plebiscito, tampoco se siente a gusto con lo logrado, dado que este sector le apostaba al aniquilamiento de las fuerzas rebeldes, lo que era imposible, por supuesto.
Las FARC surgieron en 1964 tras un levantamiento campesino, por lo que se considera la guerrilla más antigua de América Latina, y que si bien dominaba amplios territorios montañosos, lo que hacía imposible su derrota, también es cierto, que cada vez iba quedando más aislada, sobre todo por los cambios en el escenario político internacional.
Las FARC iniciaron sus esfuerzos por un término de la guerra por la vía negociada en 1982, siendo presidente de Colombia, Belisario Betancurt, pero no llegó a final término.
Hubo un segundo esfuerzo de diálogo en el Gobierno de César Gaviria (1990-1994), pero también fracasó. El tercero se da con Andrés Pastrana (1998-2002), pero también fracasa. Y no ha sido, sino, con el Presidente Manuel Santos, con la mediación de Suecia y la Habana, que la máxima dirigencia de las FARC construyen un Acuerdo de Paz, que estuvo apunto de fracasar, sino es por la voluntad de las partes de ponerle fin al conflicto.
El acuerdo entre el Presidente Santos y las FARC queda consolidado, luego que el Congreso Colombiano le da su aval, con lo que los colombianos deben iniciar a poner, en la práctica, lo que plasmaron en un documento.
Que bien que los colombianos encontraron el camino para transitar por la paz, porque eso le permite a la también nación bolivariana, enfocarse en el futuro, y de paso, generar confianza para que la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN) concluya su proceso de paz con el Gobierno de Colombia.
