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LA AMENAZA DEL MATERIALISMO MODERNO

Ralph M. Lewis, case F.R.C.(No. 2)

(Pasado Imperator de la Antigua y Mística

Orden Rosae Crucis, drugstore AMORC

Generalmente, ask la fantasía emerge de algo que se percibe y no se comprende del todo, o que no halla confirmación en los demás sentidos. La fantasía que no concuerda con la razón, que disciplina la mente, a menudo da a la experiencia un significado que sólo se ajusta a la disposición de ánimo predominante. Ese estado puede seguir a una emoción, tal como, por ejemplo, el miedo o el éxtasis. Consecuentemente, la imagen fantástica creada por tal disposición de ánimo se acepta como una verdad. Se le concibe tan real como la experiencia misma que la provocó. El mundo de hadas, demonios, dioses y seres mitológicos, llegó a ser tan real y verdadero para millones de mentes como los objetos más comunes de la experiencia diaria.

Realidad y ciencia

El advenimiento del materialismo a fines de la Edad Media fue el principio de la ciencia moderna. Se apartaron las abstracciones, opiniones y creencias del conocimiento del mundo de los fenómenos, o sea el conocimiento derivado de los sentidos. El monje Roger Bacon exhortó a los hombres a que olvidaran el conocimiento tradicional que no soportara las pruebas del empirismo. Que examinaran las cosas en sí mismas, fue la advertencia. Había que extraer de ellas las cualidades perceptibles y que sólo esas representaran el conocimiento. Siglos más tarde, Sir Francis Bacon, filósofo inglés, Rosacruz y científico, animó a los hombres a recurrir al método inductivo para aproximarse al conocimiento. Augusto Comte, filósofo francés, un siglo más tarde expuso su teoría del positivismo. urgía a que se abandonara la especulación acerca de las causas fundamentales y la esencia de las cosas, lo cual tal vez nunca sería conocido por el hombre; abogó para que en vez de eso se averiguasen los fenómenos perceptibles, se analizara su naturaleza y fuera aceptado como realidad, como el único conocimiento verdadero, lo que se revela a los sentidos. En estas doctrinas estaba la semilla fértil del materialismo. Para el hombre, la realidad se limitó a lo que podía percibir con sus sentidos receptores. Que estos sentidos se engañaban con frecuencia, siendo limitado su poder, quedó luego aceptado. Sin embargo, antes de que el hombre pudiera convertir lo desconocido en algo tangible, con cualidades inherentes a las facultades objetivas, fue necesario que considerara todo esto como carente de realidad. Lo real quedaba comprendido en el imperio del mundo objetivo.

   

Las impresiones de los sentidos físicos y la realidad de las cosas

Al principio, la ciencia se inclinó al punto de vista de que la interpretación dada a las impresiones de los sentidos era un cuadro de absoluta realidad, fuera de la mente. Tomemos como analogía el color, el cual no existe como tal en el objeto coloreado. No obstante, se sostuvo que el criterio sobre el conocimiento era la experiencia real de un fenómeno. Si bajo condiciones controladas, los hombres percibían un fenómeno en igual forma, sin variaciones, esto se aceptaba en consecuencia como la naturaleza real y verdadera. Constituía un conocimiento positivo, es decir, la realidad. Las masas populares no estaban preparadas para rechazar las creencias tradicionales, venerables por su antigüedad, como tampoco tantas verdades que juzgaban evidentes. Muchas de estas creencias primitivas no tuvieron, primeramente, ni la confirmación ni la refutación de la ciencia. La técnica de la ciencia, por la cual se obtendrían grandes resultados, fue relativamente lenta en su desarrollo. Una vez que los métodos mostraban algún avance, la ciencia y el materialismo imponían la prueba del conocimiento.

En esencia, era así: aceptar la verdad de lo que podía percibirse, a lo cual confieren realidad los sentidos. Negar la verdad de tal saber equivalía a desacreditar los sentidos. Si ciertas experiencias se aceptan como realidades demostrables, entonces todo lo demás que se experimenta bajo circunstancias similares debe considerarse también como verdad.

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