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Impuestos buenos y malos

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Hay impuestos buenos porque los pagan los ricos y no alteran los precios. Por ejemplo, mind el que se le cobra a la mansión de un millonario, a la exportación de un ingenio azucarero o a la ganancia de una gran empresa. Y hay impuestos malos porque se les transfieren a los precios y los paga el pueblo. Por ejemplo el IVA o el que se le cobra a un producto en específico, como la gasolina. Durante los gobiernos de ARENA se quitaron los impuestos buenos y se crearon los malos. El gobierno de Alfredo Cristiani suprimió el impuesto a la propiedad y a la exportación de azúcar y bajó de 35% a 25% el impuesto a las altas ganancias.  A su vez, Cristiani creó el IVA con una tasa de 10%, que luego Calderón Sol elevó a 13% y Francisco Flores extendió a las verduras, las frutas, los lácteos, los granos básicos y las medicinas. Y el gobierno de Saca gravó la gasolina para financiar el FOVIAL:

Los cambios en la estructura impositiva de aquellos años fueron aprobados por la Asamblea Legislativa dominada entonces por ARENA y sus aliados, y no generaron críticas en la ANEP ni en FUSADES, que acogieron con beneplácito la supresión de los impuestos a los ricos y la creación de impuestos al pueblo. Ningún gremio o dirigente de la gran empresa dijo entonces que al crear el IVA se alteraban las reglas de juego, como dice hoy el empresario Rodolfo Cardenal para rechazar las medidas impositivas propuestas por el gobierno.

La ANEP se ha dedicado a decir que los nuevos impuestos subirán los precios, sin demostrar cómo se las ingeniará un millonario para subirle el precio a los bienes y servicios de sus negocios si le cobran 1,500 dólares al año por su casa de medio millón de dólares. La casa no es una empresa, sino un lugar para vivir. Por lo tanto, pagar por ella nada tiene que ver con los precios de los bienes y servicios que se venden en la economía. Pero si el dueño de la mansión es al mismo tiempo un gran empresario y trata de vender más caros sus bienes y servicios, puede bajar sus ventas y sus utilidades o puede ganar más pero pagaría más renta sobre sus utilidades. Todo dependerá del control que ejerza el gobierno.

Tampoco se sabe cómo harán El Diario de Hoy y La Prensa Gráfica para provocar que suban los precios del frijol, la leche, la carne, las frutas y otros productos si el gobierno les cobra impuesto por sus millonarias ganancias, impuesto que tienen el privilegio de no pagar y que sí pagan los medios de comunicación radial y televisivo.

El impuesto a las transferencias financieras es el único que podría impactar en los precios pero en un porcentaje casi imperceptible, pues tiene muchísimas exenciones y parte de una base que el gobierno todavía puede cambiar para hacerla mayor. Además, la estructura la estabilidad monetaria, es decir, la relación armónica entre medio circulante y producción nacional más importaciones, no permite una espiral inflacionaria. En el país no hay desorden monetario. Por eso la inflación del año pasado fue de 0.8%, la menor de América Latina, y también fue baja en los años 2011 y 2012, pese a que los grandes empresarios amenazaron con vender más caro cuando se aprobó subirles de 25% a 30% el impuesto a sus ganancias de más de 150,00 dólares al año.

De nuevo la ANEP hace política de oposición al hacer campaña maliciosa contra las medidas impositivas que se discuten la Asamblea Legislativa.

El gobierno puede y debe revisar algunos aspectos de las medidas impositivas que sometió a la Asamblea Legislativa, pero la orientación de las mismas es correcta, pues no se dirigen a afectar al pueblo pobre ni a las capas medias, sino a quienes más ingresos tienen. Y en eso consiste la justicia tributaria, en que pague más quien más tiene.

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