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¿A fuerza de sangre y fraude en Honduras, y la Sala de lo Constitucional? ¡¡¡Esta Bien, Gracias!!!

Wilfredo Mármol
Psicólogo salvadoreño

El jueves 30 de diciembre, en horas de la noche, se conoce de las primeras tres personas asesinadas por las fuerzas armadas del vecino país Honduras. El pueblo ha salido a las calles a exigir la renuncia del presidente Juan Orlando Hernández y la respuesta ha sido la represión, teniendo como telón el pronunciamiento de las fuerzas armadas cuando “señalan que están dispuestas a lo que sea, para garantizar el resultado electoral”.

El candidato opositor, en la noche del miércoles 29, Salvador Nasralla, tenía una ventaja sobre Juan Orlando Hernández, quien por cierto desde ese día ha desaparecido de los círculos informativos, y los resultados del Tribunal Supremo Electoral ahora presentan una ventaja de un punto a favor del presidente Juan Orlando Hernández. El pueblo hondureño plantea que un fraude electoral se está gestando de la manera más deshonesta. Veamos el trasfondo de esta deshonrosa acción legal: La Constitución hondureña es clara. El Art. 239 reza: “El ciudadano que haya desempeñado la titularidad del Poder Ejecutivo no podrá ser Presidente o designado. El que quebrante esta disposición o proponga su reforma, así como aquellos que lo apoyen directa o indirectamente, cesarán de inmediato en el desempeño de sus respectivos cargos, y quedarán inhabilitados por diez años para el ejercicio de toda función pública”.

Y referentes a las Fuerzas Armadas, según el Art. 272, por mandato constitucional deben “defender el imperio de la Constitución, los principios de libre sufragio y la alternabilidad en el ejercicio de la Presidencia de la República”.

La Constitución en el Art. 4 dice: “La alternabilidad en el ejercicio de la presidencia de la República es obligatoria. La infracción a esta norma constituye delito de Traición a la Patria”. Era ya 29 de noviembre, pasadas las 72 horas del cierre de urnas, y el Tribunal Supremo Electoral ya había actualizado su lentísimo recuento de actas. El presidente, que apenas 24 horas antes perdía por cinco puntos, ya tenía más votos que Salvador Nasralla.

Es 1 de diciembre de 2017 y Honduras todavía no tiene claro los resultados del proceso electoral del domingo 26 de noviembre de 2017, referente a quién será su presidente. La incertidumbre y los rumores de un fraude electoral en contra del candidato opositor Salvador Nasralla han provocado que en las calles se proteste en contra de la sospecha, pero también en contra de la eventual reelección del presidente Juan Orlando Hernández, cuestionado desde antes de la votación, dado que la reelección está prohibida por la Constitución hondureña. (Ha señalado la prensa hondureña). El jueves 30, las protestas pasaron de un reclamo pacífico por la transparencia de los resultados a las piedras, balas e incendios.

Los proclamas del presidente Hernández, más ligadas al triunfalismo que a un llamado a la calma, solo caldean más los ánimos de los manifestantes. Honduras ahora es un campo de batalla en la capital, Tegucigalpa, pero las protestas también se registran en San Pedro Sula, la ciudad industrial más importante de país, y en los departamentos de Olancho.

Mientras tanto, el Tribunal Constitucional, tras bambalinas, aún se resguarda en las rasgaduras que en este momento se pagan con balas y sangre del pueblo hondureño.

Como se recordará un grupo de diputados nacionalistas que se presentaron el 8 de diciembre de 2014 ante la Sala de lo Constitucional para la derogación del 239 constitucional.  El artículo 239 de la Constitución no permitía abordar una reelección presidencial en Honduras, pero los cinco magistrados de la Corte Suprema de Justicia (CSJ), en sesión de 4:00 de la tarde a 10:00 de la noche, acordaron despenalizarlo, dando paso más tarde a la posibilidad de la reelección.  Según comunicación que tuvo el vocero de la Corte Suprema de Justicia Melvin Duarte, se declara inconstitucional la aplicación del 239 por estar negando derechos, según el artículo 37 y 60 de la misma Constitución.

Hoy el pueblo hondureño se debate entre la sangre y el fraude, y claro la Sala de lo Constitucional hondureña.

¡¡¡Esta bien, gracias!!!

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