Esclavos felices

Caralvá

Fundador

Suplemento Tres mil

 

El concepto es subversivo, buy cialis evidentemente la felicidad es un estado en construcción, unhealthy siempre una meta por alcanzar, un logro en la vida individual o social; existen sociedades más felices que otras, especialmente las que no viven guerras, las que poseen estabilidad política,  con ingresos dignos para los trabajadores, con mecanismos de diálogo en los grandes problemas nacionales; no obstante existen sociedades que son contrarias a los enunciados anteriores ¿puede ser feliz un refugiado del Medio Oriente en su camino a Europa? ¿Son felices nuestros emigrantes en su camino hacia el Norte o enviando a sus hijos en la aventura de la frontera de México-Estados Unidos?. En general la acción es más feliz que la inacción.

El punto de encuentro de estas situaciones es el modelo capitalista que prevalece cada momento histórico, el sistema económico dominante ha cobrado vida en nuestras sociedades, vivimos en una prisión determinista, donde lo importante es el capital y no las personas, así las guerras tienen sentido, de igual forma la exclusión, la desigualdad, el modelo de consumo, las opiniones ciudadanas, las aspiraciones de las clases sociales, existen entonces cuentas bancarias, religiones con un Dios que acepta las profundas desigualdades y al fondo de la pirámide siempre se encuentran los pobres, los cuales en su negación social extrañamente son optimistas y paradójicamente felices.

Llama la atención que los refugiados sirios, libaneses, iraquíes y otros africanos sonrían en su camino con sus niños en brazos, sonríen al infortunio de su destino, son tratados de igual manera que los exiliados de la Segunda Guerra Mundial, son forzados a huir dejando todo, la esperanza de una nueva vida irradia felicidad en sus infinitas limitaciones, son obligados a renunciar a sus proyectos vitales por un discurso capitalista y no por una revolución anticapitalista, nada es más infeliz que una guerra impuesta. La vida del capital es la vida de los trabajadores, la vida de la sociedad es dinero, vivimos aferrados a infelicidad por liberarnos del modelo imperante.  La forma que podemos liberarnos es renunciando a la prisión capitalista, renunciando al paraíso del consumo, a la utopía de una sociedad opulenta, aceptando que somos personas y no activos bancarios.

Una persona pobre de nuestra nación o un refugiado del medio oriente en Europa, posee la calidad de persona, no obstante los poderosos grupos corporativos o sus entidades multinacionales se empeñan en vendernos una “sociedad estelar del capitalismo” por medio de las deudas y más deudas, creando efectivamente el cielo en la tierra pero para el primer mundo, mientras el resto produce refugiados. La felicidad quizás sea  absurdamente pobre, porque recuerda a las personas con sus pequeñas cosas, sus pequeñas acciones que retornan su consciencia de clase, por ello las revoluciones son felices, por ello luchar contra el modelo causa tanta alegría lo mismo que morir por un mundo mejor, incluso los refugiados del medio oriente o los nuestros en el Norte luchan una revolución feliz con sus vidas en los desiertos, cualquier opción es preferible al esclavo histórico, allá serán prisioneros con barrotes de oro, acá lucharemos por cambiar el gueto dinerario, pero felices cada quien a su manera.

 

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