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Entre Shakespeare y Cervantes

Rafael Lara-Martínez 

New Mexico Tech, check  

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Desde Comala siempre…

 

Ante el doble centenario —Shakespeare y Cervantes— se piensa lo difícil del diálogo desde un pueblo remoto en el desierto indo-hispano-estadounidense: Socorro.  En este sitio semi-bilingüe —de la Nueva España ignorada— ni siquiera el nombre propio se interpreta a la letra.  Aun menos, viagra se comprende la clave poética de ambos autores lejanos y sin incidencia práctica diaria.  Por decreto estatal, salve “socorro” significa “help” al ignorar la distinción castellana de tres verbos: “ayudar”, “auxiliar” y “socorrer”.  El trío se reduce a uno solo por pragmatismo político y financiero.  En precepto inverso, el aforisma shakespereano clásico “to be or not to be?”  olvida la presencia de dos verbos “to be” en castellano al traducirlo: “¿ser o no ser?”.  Según el dilema, tal glosa no sólo ignora la disyuntiva clásica que vuelca el ser en el estar —el Dasein alemán— sino desconoce que “to be” corresponde también a “existir”, “pienso, luego existo”.  Asimismo “to be” implica “haber”.  Si “I’m no good today” mis estudiantes lo traducen “soy no bueno/bien hoy”, “there is/are” no significa “hay (it has)” sino “ahí es/está”.  En la compleja secuencia “to be” remite a la dualidad “ser/estar”, por una parte, y al duplo “existir/haber (hay)”, por la otra.

 

Dialogar no implicaría establecer jerarquías —el yo (“I” en mayúscula) superior al tú (“you”, pero también Ud. (superior) y vos)— sino evaluar diversas perspectivas de lo Real.  En cambio, la verdadera utopía global supondría aceptar la diferencia de enfoques que la aritmética legitima (4=2+2=10-6=20/5=…).  Empero, en su ortodoxia, la política y la poética la descalifican, al pretenderse ciencias más exactas que las matemáticas.  Por fantasía borgeana, aún se busca cuál de todas las lenguas habladas calca con mayor “exactitud” la realidad, en vez de indagar la interrogante esencial.  La cuestión central investigaría cada idioma como una arista singular de un infinito aritmético llamado universo natural y social.  Sólo The Matrix —el simulacro hegemónico y borgeano— imagina reducir lo Real a su perspectiva única.  Única y verdadera por integrismo.

 

En cambio, el debate razonado implementa el diálogo entre varias interpretaciones sin jerarquía.  Para el caso del adagio citado, se reconocería su ambigüedad, dada la triple glosa de “to be” en castellano.  Salvo que lo homogéneo reduzca el uso de tres verbos a uno solo: ser/estar/haber (hay).  “There is a table – the table is blue – the table is there = hay una mesa – la mesa es azul – ahí está la mesa (orden sin comentario) ”.  Por ese trío, lo existente no presupone sólo su simple presencia (“hay/es” = “there is/it is”), a la vez ratifica su estancia en un sitio particular en el mundo (there).  No hay/no existe un ser que no figure un estar.  O, en nerudiano, todo ser testimonia de su “residencia en la Tierra”.  En la lengua cervantina, “ser es estar” ratificaría con mayor énfasis el sentido existencial —el ex-sistir de la máxima shakespereana— que la impuesta por tradición, al anular los múltiples sentidos de “to be” en castellano.

 

Su glosa al inglés —“being is location/being located”— olvidaría el enlace inherente al signo que liga sonido y sentido, en un albur interminable.  Si “hola” rima con “cola”; “later” lo hace con “alligator”, sin presuponer que la primera rima prevalece sobre la segunda.  No todas las lenguas dicen lo mismo, como no se desciende (down) al sentarse en castellano, ni la acción se ejerce de manera reflexiva en inglés: to sit down.  De nuevo, no se implica que el vector inglés (in/out./up/down) exceda lo transitivo/reflexivo (sentar(se)) castellano, viceversa.  Se enfrentan dos ideas de la ciencia en un conflicto prescriptivo (à|) y descriptivo (|à) al confundir ser y deber-ser de su estar en el único sitio posible de lo humano: el Mundo.  Sin saber, mejor aún, sin conocer su incidencia política en un diálogo inconcluso, siempre postergado entre lo anglo y lo hispano, sin anotar las demás etnias.  En términos, coloniales, haca el siglo XXI, no hay debate posible entre una Nueva Inglaterra, viva en el recuerdo, y una Nueva España extinta en el olvido oficial.  Ambas ideas de lo americano aún no dialogan, sino anhelan eliminarse como solución lingüística actual.  En un pueblo indo-hispano-anglo-americano, proponer que it takes more than two to America iniciaría el debate entre iguales.

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