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Encuestas de opinión más allá del ámbito político (I)

Luis Armando González

En El Salvador se ha vuelto costumbre que las encuestas de opinión pública1 se orienten casi exclusivamente a explorar las percepciones ciudadanas sobre la política (figuras políticas, desempeño político, instituciones políticas, intenciones, preferencias y electorales, etc.). Y cuando se abordan temas no políticos (por ejemplo, económicos o de seguridad2 y violencia) o  bien se los aborda en su relación con la política o bien su especifidad se diluye en un marco de preguntas mayoritariamente centradas en lo político.

Ahora bien, hay ámbitos de la realidad social que aunque relacionados con la política no solo gozan de autonomía, sino que son importantes (y algunos decisivos) en la vida de la gente. Y así como la política, por serlo, merece el examen de lo que las personas opinan de ella, también esos otros ámbitos urgen de un tratamiento a partir de las percepciones de la gente. No para conocer sus dinámicas y funcionamientos reales –para eso deben usarse los recursos e instrumentos provenientes de las ciencias sociales—, sino para establecer el grado de distorsión que hay en la conciencia colectiva respecto de las dinámicas reales, no estrictamente políticas, que afectan su vida.

No se está diciendo aquí que no deben hacerse encuestas de percepción referidas a la política y los políticos. Lo que se apunta es que deben extenderse esos ejercicios investigativos hacia otras esferas de la vida social. Es difícil aventurar las sorpresas que tal indagación revelaría, pero cabe suponer que, muchos de los que ahora celebran los juicios poco gratos que emiten las personas cuando las entrevistan sobre temas políticos, se quedarían perplejos ante las valoraciones ciudadanas acerca de su desempeño, riqueza, poder o responsabilidades sociales.

A continuación, se hace un listado de algunos de los ámbitos de la realidad nacional acerca de los cuales es necesario y urgente conocer el escrutinio popular mediante unos buenos sondeos de opinión.

Con este esfuerzo –que es una gran deuda de la investigación científica en El Salvador— no solo se conocería mejor la subjetividad de los salvadoreños, sino que superaría ese interés casi exclusivo –y a ratos enfermizo– por la política en el que han caído algunas instituciones académicas; esto da lugar a una  especie de inercia investigativa, poco creativa e innovadora, que convierte a muchas encuestas de opinión en más de lo mismo.

Y es que algunas casas encuestadoras, al dedicarse (casi) exclusivamente al sondeo de percepciones ciudadanas sobre lo político han caído en una zona de comodidad y de mínimo esfuerzo. Quizás la exploración de las percepciones acerca de otras realidades les lleve a asumir riesgos investigativos, marcos de interpretación novedosos y a tomar en serio su responsabilidad de poner en evidencia, con rigor científico, las distorsiones que hay en las opiniones y creencias populares en su relación con las distintas dinámicas de la realidad.

Veamos algunos de los ámbitos merecedores de atención, no sin antes dejar constancia de lo necesario que son las buenas preguntas para obtener una mejor información sobre las percepciones ciudadanas. En las preguntas de encuesta de opinión lo más fácil es hacer trampa3, comenzando con el hecho de que cualquier pregunta circunscribe el marco de las posibles respuestas, especialmente cuando se ofrecen opciones fijas de respuesta4.

1.El ámbito de las grandes empresas, los grandes capitales y las familias que concentran la riqueza. Cómo que no va a ser importante conocer la opinión ciudadana acerca de la esfera desde la que se incide decisivamente en la estructuración de la sociedad desde su base económica. ¿Cómo percibe la gente a los ricos más ricos del país? ¿Los considera comprometidos con el bien común o solo motivados por la ambición de acumular riquezas sin importar la suerte de los más pobres? ¿Cuál es la opinión ciudadana de la resistencia del gran empresariado a pagar salarios justos y decentes? ¿Cómo valoran las personas a la ANEP y a FUSADES? ¿Qué juicio le merece a la población la evasión y la elusión fiscales? ¿Roban los ricos al país cuando no pagan impuestos? ¿Son transparentes? ¿Se han beneficiado o se benefician de la corrupción? ¿Abusan los bancos de los ciudadanos? ¿Las grandes empresas de telecomuniciones son voraces e ineficientes? ¿Qué calificación, del 1 al 10, da la gente a quienes encabezan la lista de los más ricos del país? Sin duda, se trata de interrogantes –a las que se pueden y se deben añadir otras— que nos permitirían ponderar cuál es el grado de distorsión de la visión de las personas sobre el mundo empresarial. Hasta ahora, los ricos más ricos de El Salvador, han logrado ponerse a salvo, con la complicidad de muchos, de un escrutinio de esa naturaleza.

2. Las religiones y las iglesias. No se trata del camino fácil que consiste en preguntarle a la gente si asiste a alguna iglesia, o si se tiene una católica o protestante. Se trata de explorar con el mayor detalle las valoraciones y opiniones de las personas a partir de preguntas bien formuladas y acuciosas. Por ejemplo: ¿Cumplen todas las iglesias en El Salvador los mandatos del Evangelio o lo traicionan? ¿Es fiel la Iglesia católica a las enseñanzas de Mons. Romero? ¿Por qué asesinaron a Mons. Romero? ¿Es la religión un negocio en El Salvador? ¿Explotan económicamente algunas iglesias a los feligreses? ¿Está bien que la Iglesia haga valoraciones sobre la política o debe ser apolítica? ¿Qué opinión tiene la gente del Tabernáculo Bíblico Bautista “Amigos de Israel”? ¿Qué opinión de su principal líder? ¿Y de la Iglesia católica? ¿Merece Mons. Gregorio Rosa Chávez la nominación de Cardenal? ¿Por qué cree la gente que la obtuvo: por su compromiso con la fe y la justicia, o por otros motivos? ¿Es comunista la Iglesia porque condena los abusos de los ricos? ¿Qué calificación da la gente, del 1 al 10, a los principales líderes religiosos del país? Nos hace falta, para los fines de conocer mejor a la sociedad salvadoreña, no uno, sino muchos sondeos de las percepciones ciudadanas sobre las religiones y las iglesias. Cabe sospechar que aquí no solo se encontrarán respuestas contradictorias, incoherentes y de pobre conocimiento, sino que se pondrá de manifiesto la distorsión existente entre las creencias populares y la realidad religiosa en el país.


1.Nos referimos aquí exclusivamente a las encuestas de opinión pública, no a otro tipo de encuestas, por ejemplo demográficas.

2.Hay que decir que en temas de seguridad y violencia se desarrolló una interesante línea de investigación de la opinión pública, con encuestas de victimización de gran calado científico, que poco a poco perdió el impulso que la sostuvo durante más de una década.

3.En las encuestas que suelen hacerse en El Salvador, este aspecto se pasa por alto con frecuencia, y en muchas de las preguntas que se hacen desde ellas es evidente el sesgo para obtener determinadas respuestas.

4.Algo que no debe pasar desaparcibido es el significado de esas opciones para las personas. Píensese, por ejemplo, en preguntas paras las que las opciones de respuesta son “algo”, “poco” o “nada”; o, en en otro ejemplo, “bueno”, “regular”,  “malo” o “muy malo”. Vaya uno a saber lo que cada cual entiende por eso. Aunque quienes interpretan los resultados de ese tipo de respuestas pueden hacerlo a su antojo.

5.No hay nada en las ciencias sociales que diga que  no es lícito, si se aplica una encuesta de opinión, solicitar a las personas que den una nota,  entre el 1 y 10, a cualquier institución o persona del ámbito público o privado. Así pues, no tiene sentido no usar ese recurso de evaluación popular en todos los casos en que se realicen encuestas de opinión. Por otro lado, es oportuno preguntarse qué resultado se obtendría si, en lugar de pedir una calificación entre 1 y 10, se solicitara a las personas aprobar y reprobar a una figura pública, empresarial o religiosa.

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