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EL ESPÍRITU DE DIOS

Dr. H. Spencer Lewis, F.R.C. (No. 2)
Pasado Imperator de AMORC
(De la Revista El Rosacruz, Octubre-Diciembre-2009)

El Alma

Existen muchos casos en que la palabra espíritu en la Santa Biblia, especialmente en las versiones más antiguas, muestra claramente que los traductores prestaron muy poca atención a su significado real, y fueron más o menos descuidados en el empleo de sinónimos para espíritu y alma. La idea que prevalece en las mentalidades cristianas, de que el espíritu es algo santo y que se encuentra tan solo en conexión con el alma de los seres humanos, se debe al empleo del término Espíritu Santo en conexión con la Trinidad de Dios.

La doctrina de la Trinidad fue adoptada mucho después que la iglesia cristiana fuera fundada. El término de Espíritu Santo era arbitrario y no debía haber sido empleado para significar lo que se significa realmente. Cuando las palabras Espíritu Santo, tal como se emplean en las Biblias inglesas, se traducen a lenguas latinas u otras extranjeras, los lectores de esos idiomas reciben una idea diferente de lo que significan para los estudiantes ingleses, pues no pueden asociar el significado original de la palabra espíritu con el término de la Biblia.

En el primer capítulo del Génesis se afirma que el espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas. En versiones más antiguas y en otros escritos sagrados que narran la historia de la Creación, la idea presentada es que en el Principio, todo se hallaba sin vida o animación, caótico, desordenado, incontrolado y no tenía esencias creadoras o constructivas de ninguna clase. Este estado de cosas fue cambiado por el espíritu de Dios, trasladándose desde Dios a todo lo que Él creó y animando al instante toda materia o todas las cosas creadas por Dios con una fuerza o energía creadora. Inmediatamente, este cambio provocó el sistema y el orden.

La explicación de John Dalton sobre el espíritu como energía

El alquimista de los tiempos antiguos al escribir sobre este particular, hubiera dicho algo semejante a la afirmación hecho por el Dr. John Dalton, famoso físico Rosacruz de los últimos siglos: “Hasta que el espíritu de Dios no penetró la materia, esta no era creadora, ni productiva, ni sistematizada. Atómicamente, su existencia era el resultado de la creación de los átomos y las moléculas por decreto Divino y todo lo que existía se hallaba estacionario, sin moción alguna y fijo en forma cristalizada, sin el poder de crecer, de cambiar o de reproducirse. Fue entonces cuando Dios movió o transportó su espíritu dentro de todo lo que Él había creado, y estos poderes creadores no solamente dieron animación a las células cristalizadas y a la formación grupal de estructuras atómicas, sino que también hizo que procedieran de manera ordenada en cuanto a sus mociones y vitalidad, de acuerdo con la ley de los ángulos de sus formas y la frecuencia de vibración del espíritu que estaba en ellas. Por lo tanto, los átomos continuaron creciendo, en consonancia con la ley de sus ángulos y los ejes de sus cuerpos, y reproduciéndose en las distintas clasificaciones en que fueron creados originalmente. De esta manera, el caos se convirtió en orden y la falta de vitalidad en animación eterna”.

Puede decirse que los místicos, alquimistas y filósofos del pasado, hasta los tiempos del Dr. Dalton, no solamente consideraron el espíritu como moción y la moción como uno de los principios fundamentales de toda vida y de los procesos creadores, que hacen que la materia se manifieste en todas sus formas, sino que consideraban, con toda reverencia y sinceridad, el espíritu de moción y el espíritu de la energía misma como una energía Divina que tenía su origen en Dios y cuya manifestación era de Dios.

Por lo tanto, la palabra espíritu en conexión con las cosas materiales, y como término para la energía universal que se halla en toda materia, no implicaba necesariamente que carecía de santidad o divinidad, como algunos de nuestros hermanos cristianos creen hoy en día.

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