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El ejército tailandés da un golpe de Estado y decreta el toque de queda

Por Boonradom Chitradon
Bangkok/AFP

El ejército tailandés dio el jueves un golpe de Estado, cialis decretó el toque de queda y suspendió la mayoría de las libertades individuales, después de siete meses de crisis política y de manifestaciones.

Los militares ordenaron al primer ministro derrocado, Niwattumrong Boonsongpaisan, y a su gobierno «presentarse» ante el nuevo régimen, que ha tomado el nombre de Consejo Nacional para el Mantenimiento de la Paz y del Orden.

También ordenaron a los manifestantes de ambos bandos, que ocupaban diferentes lugares de Bangkok, que vuelvan a casa y han prohibido toda concentración de más de 5 personas. Los manifestantes empezaron a obedecer a finales de la tarde.

El nuevo Consejo suspendió también la Constitución, pero decidió conservar el Senado para poder «dirigir el país sin sobresaltos».

Tres días después de decretar la ley marcial, destinada según el ejército a forzar el diálogo con los actores civiles de la crisis política, el poderoso jefe del Ejército de Tierra, el general Prayut Chan-O-Chan, apareció durante la tarde en televisión para explicar que el golpe de Estado era necesario «para que el país vuelva a la normalidad».

Este general destacó la violencia en el país, que dejó 28 muertos desde el comienzo de la crisis, a fines del año pasado.

«Todos los tailandeses deben mantener la calma y los funcionarios públicos deben continuar trabajando como de costumbre», agregó.

Pero al poco tiempo el portavoz del ejército anunció el toque de queda en todo el país a partir del jueves por la noche, «entre las 22H00 y las 05H00» locales (15H00-22H00 GMT).

Todas las televisiones y radios tuvieron también que interrumpir su programación y emitir los boletines del nuevo régimen militar.

«Para dar informaciones exactas a la población, todas las radios y televisiones deben suspender su programación», leyó un portavoz del ejército en la televisión nacional, que ya cortó la emisión y que no muestra más que fotos de militares sobre fondo blanco.

Durante los últimos 80 años se registraron 18 golpes de Estado en Tailandia. El último tuvo lugar en 2006 contra el ex primer ministro Thaksin Shinawatra provocó una serie de crisis políticas que han sacado a las calles a enemigos y partidarios de ese político multimillonario. Aunque exiliado, Shinawatra sigue dividiendo a la población.

El episodio actual comenzó en el otoño (boreal) pasado, con manifestaciones que pedían la partida de su hermana, Yingluck Shinawatra, primera ministra desde 2011, destituida finalmente por la justicia a principios de mayo. Pero el gobierno interino se mantuvo, pese a las protestas de la oposición.

Este anuncio del golpe el jueves tuvo lugar dos horas después de una segunda sesión de negociaciones entre los principales actores de la crisis, partidos políticos y líderes de los manifestantes de ambos bandos, en el Club del Ejército, un complejo militar de la capital bajo alto vigilancia.

Líderes de los manifestantes de ambos bandos fueron llevados del lugar de la reunión en vehículos militares, bajo escolta, justo antes del anuncio del golpe de Estado, según testigos.

¿Dónde está el primer ministro?

En un primer momento, se desconocía el paradero del primer ministro interino, Niwattumriong Goonsongpaisan, representado por ministros en las negociaciones.

El ejército instauró el martes la ley marcial, denunciado desde el inicio por algunos como un golpe disimulado. Ésta daba ya poderes reforzados al ejército, cuya cúpula aseguró entonces que solo buscaba la forma de salir de la crisis.

«La situación me preocupa y no puedo dejar que sigamos sin solución», declaró en la apertura de la sesión de negociaciones el general Prayut, quien se negaba desde hacía meses a ceder a las peticiones de golpe de los manifestantes de la oposición.

«El golpe no es una solución a la crisis para nada. Va a convertirse en la crisis», considera Pavin Chachavalpongpun, de la Universidad de Kioto en Japón.

Queda por ver la reacción de los manifestantes de ambos bandos, que en un principio parecían dispersarse.

Durante las negociaciones, el líder de los progubernamentales Camisas Rojas, Jatuporn Prompan, había propuesto un referéndum nacional sobre la mejor opción a la salida de la crisis.

Pero ambos bandos, que aceptaron sentarse -por primera vez en siete mes de crisis- en la misma mesa, parecían irreconciliables.

La oposición reclamaba reformas antes de cualquier nueva elección. Los manifestantes querían a un primer ministro «neutro», nombrado por el Senado, en ausencia de la cámara baja del Parlamento, disuelta en diciembre.

Los partidarios del gobierno insistían por su parte en la necesidad de elecciones cuanto antes. Las de febrero quedaron invalidadas por la justicia debido a las constantes manifestaciones.

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