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EL ASTRO QUE CONTROLA NUESTRAS VIDAS (No. 1)

John M. Scott, viagra F.R.
De la Revista El Rosacruz, julio/septiembre de 1992
La veneración al Sol de los pueblos antiguos

¿Sabe usted cómo se llama el astro que le mantiene con vida? Sin ese cuerpo celeste usted no podría ni siquiera mover un dedo, ni dar un paso, ni leer este artículo.

Usted puede  sentir la forma en que ese astro afecta su vida en este preciso momento. Sencillamente ponga su mano sobre una de sus mejillas. El calor de su cuerpo, el calor de su sangre, es un regalo que le ofrece nuestra estrella más cercana, esa estrella que brilla durante todo el día, y a la que llamamos “Sol”.

Segú dicen, el aire es “el aliento de vida”, pero el Sol es lo que nos proporciona la energía para inhalar profundamente y lo que permite que entre el aire a nuestros pulmones como una melodía.

La mayoría de los pueblos antiguos veneraban al Sol, pues estaban conscientes de algo a lo que en esta época le prestamos poca atención. toda nuestra vida material depende del Sol. Por lo tanto, aquellos pueblos arcaicos creían que el Sol debía ser algo maravilloso, grandioso, tal vez divino.

Hay un hecho que es tan reluciente como el Sol, y es que usted y yo tenemos una maquinaria que funciona con energía solar. Tres veces al día (o más) le ponemos a nuestra maquinaria interna el combustible que proporciona la energía solar. Ingerimos la luz del Sol.-

La salsa de tomate muy condimentada; las malteadas de fresa con exceso de azúcar y el aguacate que acompaña a un filete de salmón, son regalos que el Sol nos ha prodigado. Sin ese “viejo Sol”, ni siquiera un rábano podría surgir de la tierra firme, y mirar al cielo.

Sin el Sol, el planeta Tierra sería tan árido como una pelota de billar; ni una sola brizna de pasto cubriría la Tierra; asimismo nosotros iríamos desnudos ya que la ropa que llevamos se la robamos a los campos de algodón o al lomo de las ovejas, que a su vez se alimentan del pasto verde para fabricar lana blanca.

Alguien dijo que un granjero es “un hombre que no tiene sentido del humor”. Pero el humus sería tan sólo eso si el Sol no e proporcionara algo de su magia para que ocurra un milagro cuando as hojas se tornan verdes y los capullos florecen.

Lo único que existe en el planeta Tierra capaz de retener la energía del Sol, para dárnosla en la forma que la necesitamos para mantenernos con vida, son las plantas. Las plantas de color verde se dedican al proceso de fabricación más importante del mundo –el de producir alimentos.

Cuando los dorados rayos del Sol se unen al pigmento verde de una hoja que contiene clorofila, sucede una especie de magia. ¡La planta está almacenando luz solar!

El sr humano domina los siete mares. Ha fabricado aviones Boeing 747 que van a todas partes del mundo en solo unas pocas horas. Ha diseñado el cohete Saturno 5 para llevar a los astronautas del Apolo a la Luna. Ha enviado la nave espacial Pioneer 11 más allá del planeta Júpiter. Sin embargo, ¡el hombre no puede crear un rábano!…pero una hojita verde puede hacerlo.

El frágil diseño de una hoja verde encierra más secretos místicos que todos los duendes irlandeses que rondan los lagos de Killarney, o los gnomos islandeses que moran en las montañas al ese de Reykjavik.

La energía solar que se fija año con año en las hojas se convierte en azúcar. Esa energía equivale a 300 millones de toneladas de carbón. No se conoce ningún otro procedimiento práctico que pueda fijar la energía solar en los compuestos químicos.

La Energía Solar

La mayoría de nosotros estamos tan acostumbrados a que el Sol deposite un nuevo día a nuestros pies,  que lo damos por hecho. ¡Nunca se nos ocurre detenernos a pensar que el astro más cercano a nuestro mundo nos está proporcionando el pan de cada día, enriquecido con la energía que emana desde las alturas! ¡Está envuelto en la  luz solar que ha capturado, en la energía que proviene de una estrella!

   ¿Sabía usted que en este preciso momento usted tal vez traiga en el bolsillo “un pedacito de Sol? Si por casualidad trae en su bolsillo un fósforo, entonces ¡usted porta la “energía de una estrella”! Para comprobarlo, encienda el fósforo y observe la magia cósmica. ¡Usted sentirá el calor del Sol! Por eso los antiguos egipcios le rendían devoción a Ra, el Sol.

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