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Dolores Hernández, con otros dirigentes políticos y sociales en la mesa de honor del 41 aniversario del PRTC.

Dolores Hernández, una campesina luchadora heroica del PRTC

Por: Oscar Martínez
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Durante muchos días, Dolores Hernández, llamó a sus hijos e hijas, nietos y nietas, a su hermana Sofía Hernández, amistades y demás familiares que pertenecieron al Partido Revolucionario de los Trabajadores Centroamericanos (PRTC) y el domingo 4 de Junio amplió la convocatoria a la dirección y militancia del FMLN para encontrarnos con la mano izquierda alzada en la continuidad de la lucha por los cambios con testimonios, memoria e historia, así como cantos para seguir intentando asaltar el cielo.
“Madre déjame luchar/madre déjame luchar/madre cómo te adoro/porque quiero a mi pueblo/y tú me enseñaste/a luchar por él. Tú me enseñaste/a compartir mi pan/a compartir mi amor/a compartir mis sueños. Yo quiero ahora/compartir mis brazos con los mismos/que te abrazo/quiero abrazar a mi pueblo. Madre déjame luchar/madre déjame luchar…”
“Todavía cantamos/todavía pedimos/todavía soñamos, todavía esperamos/a pesar de los golpes que asestó en nuestras vidas/el ingenio del odio/desterrando al olvido/a nuestros seres queridos. Todavía cantamos/todavía pedimos/todavía soñamos/todavía esperamos/ que nos digan adónde/ han escondido las flores/que aromaron las calles/persiguiendo un destino/¿Dónde, dónde se han ido?..”
La mamá de Kelly se acerca y dice: “compa, cómo llegan al corazón esas canciones”. Canciones que gustaban a Dolores Hernández (Mama Lola), mujer histórica, incansable en su lucha por la paz, la justicia social, la búsqueda de la verdad, la memoria e historia, la justicia, el perdón y la reparación de las víctimas de la guerra civil que duró 12 años en El Salvador.
Sofía Hernández, su hermana de sangre, dice que Dolores, nació el 27 de abril de 1940, en el cantón Agua Caliente, jurisdicción de Verapaz, del Departamento de San Vicente. Tuvo una niñez bastante dolorosa porque cuando nació, su mamá Paula Marinero, se enfermó de la columna y no le podía dar pecho y su tía, la hermana de su mamá, le daba con algodón leche materna.

Sofía Hernández recordando hechos históricos memorables de la lucha contra la dictadura militar.

De los recuerdos gratos, Sofía cuenta que, cuando niñas, fueron con Dolores a Verapaz y en el camino hicieron una apuesta para ver quién pegaba más fuerte con una piedra, Sofía la tiró al vacío y Dolores se la tiró a la cabeza, desangrándola; y preocupadas por qué le dirían a su mamá, se inventaron que un cipote con una ondilla (resortera) le había reventado la cabeza; entonces su mamá le fue a poner la queja a la vecina y el padre de este salió en defensa porque con él estuvo trabajando todo el día, entonces tuvieron que decir la verdad.
En otra ocasión acarreando agua en unos cántaros chiquitos se fueron a las ocho de la mañana y regresaban a las dos de la tarde y Sofía se cayó, quebrando el cántaro de jarro y con llanto, decía: mi mamá me va a pegar… ante eso Dolores enojada cortó un “chilillo” para pegarle, y en ese intento quebró el cántaro que llevaba, entonces ambas lloraban y decían: “ahora nos va a pegar a las dos mi mamá”.
De niñas todos los viernes y domingos iban a misa y se confesaban y comulgaban, por eso de los pecados, esa fue su niñez, sin estudios porque no había escuelas, fue hasta los ocho años de edad que Dolores aprendió a leer y escribir, y solo eso, porque a los 9 años se fue a trabajar a la finca de café. A Dolores le pagaban cuarenta centavos de colón y a Sofía por ser la más pequeña le pagaban veinte y cinco centavos al día, y así crecieron en las cortas de café.
Dolores se casó a los 21 años con Salvador Mira (asesinado el 22 de marzo de 1980, por la Guardia Nacional,) fue madre de Pedro Antonio (Camilo Turcios -caído en combate en Junio de 1991, en Río Frío, adelante de Quebrada Seca, San Vicente), Andrés, Oscar (Juancito, caído en combate durante la ofensiva Hasta el Tope en 1989), Rubenia, Andrés (desaparecido el 17 de Mayo de 1980) Benedicto, Chepe y Cristina.
El asesinato de Salvador Mira, un dirigente campesino militante del PRTC, marcó la vida de Dolores que tuvo que emigrar de San Vicente a San Salvador y comprometerse, aún más, en la defensa de los intereses del pueblo, con disposición a involucrarse a las diferentes formas de lucha con mucha disciplina y responsabilidad por la liberación nacional de ese momento coyuntural histórico, desde 1981 hasta 1988 que tuvo que salir del país, por medidas de seguridad en donde el PRTC le asigno nuevas tareas revolucionarias.
Una vez, dice Sofía, se desapareció Dolores, al haberse internado, ella misma, en un hospital con el verdadero nombre y todos la buscaban por el seudónimo Ángela, y por eso no la encontraban.
En 1983, era prohibido que se visitaran, por medidas de seguridad y una vez Sofía por la necesidad de ver y platicar con su madre, le dijo a Dolores que si podía visitarla y ella a pesar de que sabía que no era permitido, le dijo que sí, indicándole el día y la hora que podía llegar porque no estaría su responsable, que en aquel entonces era Graciela (Leticia).
Por esa indisciplina la sancionaron con una caminata con una arroba de azúcar en la cabeza desde la Catedral hasta el kilómetro nueve de calle Real, salía a las doce del día y llegaba hasta las tres de la tarde y para mitigar el hambre se iba comiendo unos nances por el camino; Sabino era el que supervisaba la sanción.
Dolores, regresó a El Salvador en Mayo de 1992, cuando se vieron se dieron un abrazo y le dijo: ¡Gracias a Dios que vives!
Luego iniciaron las exhumaciones de compas, entre ellos Camilo Turcios, educando sobre Derechos Humanos y recogiendo testimonios de masacres como las del Calabozo para que no queden en la impunidad, ni en el olvido porque los que mueren viven en cada uno de las compañeras y compañeros.

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