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Del FODES al IMSI

Orlando de Sola W.

El centralismo autoritario que destruyó la Federación Centroamericana en el siglo XIX sigue usando la república democrática y representativa para sostener el sistema mercantilista. Mientras insistamos en mantener ese sistema de ventajas, favores y privilegios no podremos salir del atolladero de indiferencia, envidia y codicia, que disfrazadas de democracia sirven los intereses de sus operadores principales, que son los partidos, sus facciones, sus gerentes y dueños.

No hay forma de salir del embrollo si no cambiamos nuestra manera de gobernar, pues cada día es mas evidente que necesitamos una democracia mas sincera, participativa y cercana a la gente, sus necesidades y posibilidades.

La delegación de facultades y poder individual sigue siendo una necesidad, porque no todos podemos participar en los órganos e instituciones del estado. Pero podemos hacerlo en una forma mas directa, sin cocientes, residuos y pluralidades forzadas que estorban la conducción de comunidades que, convulsionadas por el FODES y otras formas de control, han sido convertidas en meras dependencias del gobierno central.

Los alcaldes se ven a si mismos como obreros, no como presidentes municipales que interpretan un mandato, ahora diluido por concejos plurales, que con mezquina oposición traicionan la tan necesaria lealtad en los cuerpos colegiados.

Otro de lo problemas de los municipios es que están desfasados. Sus actuales límites provienen de épocas pretéritas y realidades diferentes. Por esa razón tenemos departamentos como La Paz, La Unión y la Libertad, que representaban anhelos frustrados en el siglo XIX, así como Cabañas y Morazán, que salieron de otros departamentos existentes para recordar héroes hondureños, sacrificados en el altar del centralismo.

Los tiempos han cambiado y necesitamos un nuevo mapa geopolítico que represente la verdadera distribución poblacional en el territorio y comprenda las aspiraciones de la gente, tomando en cuenta las cuencas hidrográficas, que deben ser protegidas desde los municipios. Ambos, los departamentos y los municipios, necesitan ser rediseñados para que sean sostenibles, atrayendo población e inversión a la periferia, donde es posible vivir mejor y mas barato.

Así como hay municipios despoblados también hay superpoblados, sin que las necesidades mas elementales de sus habitantes sean atendidas por los gobiernos municipales, debilitados por sus reducidas competencias.

Para que funcionen, los municipios deben poder cobrar y administrar sus propios impuestos, dejando de ser agencias sumisas del centralismo.

El IMSI, que es el Impuesto Municipal Sobre Ingresos, puede ser cobrado por los municipios en sustitución del FODES, atrayendo ahorro e inversión de empresas y personas naturales que emigren a esos lugares. Los gobiernos municipales deben competir para atraer la mayor inversión posible.

El gobierno central puede seguir cobrando el IVA, pero mas bajo, como antes del Pacto de San Andrés. También sería bueno que los alcaldes fueran a la vez diputados, o representantes del pueblo, sin mas sueldo que el que tienen como presidentes de su concejo municipal. Esto ahorraría gran cantidad de dinero, considerando que los alcaldes serán menos al haber menos municipios, rediseñados de acuerdo a población y cuencas hidrográficas.

Los gobernadores son vestigios de la era colonial, cuando fuimos intendencia del imperio español.

En el nuevo esquema estos no serán necesarios, como muchos otros cargos públicos cuya función debemos revisar, ya que las competencias del gobierno central han sido exageradas para construir el incosteable estado megalómano.

El propósito del estado no es emplear a toda la población, sino garantizar sus derechos a la vida, la libertad y la propiedad, incluyendo la del cuerpo, pensamientos y sentimientos. La empleomanía no es uno de los propósitos del estado porque si así fuera todas las personas tendríamos que ser empleados públicos y recibir salarios del gobierno.

Pero lo que todos esperamos y no recibimos del estado y sus gobiernos son buenos servicios públicos en seguridad, justicia, relaciones exteriores y otros, como salud y educación, que también pueden ser prestados por gobiernos municipales.

El IMSI, por lo tanto, debe ser lo mas bajo posible para atraer inversión hacia los municipios periféricos, permitiendo que estos trasciendan la basura, los cementerios, los parques y el registro civil para que puedan administrar buenas escuelas, hospitales, seguridad, agua y otros servicios públicos ahora desmejorados por excesiva centralización.

Ha llegado el momento del estado fuerte, descentralizado y sincero.

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