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La laguna El Jocotal y de Olomega cuentan con proyectos de autosostenibilidad por parte de los habitantes, asesorados por expertos técnicos del JICA para el manejo, protección y conservación integral de los humedales, lo que beneficia a más de diecinueve mil personas que viven alrededor de estos mantos acuíferos. Foto Diario Co Latino/ Ludwin Vanegas

Cooperación japonesa, 25 años haciendo de El Salvador un mejor lugar para vivir

Yanuario Gómez
@DiarioCoLatino

Desde 1991, la Embajada de Japón en El Salvador ha efectuado más de 370 proyectos bajo un esquema de cooperación denominado Programa de Asistencia Financiera no Reembolsable para Proyectos Comunitarios de Seguridad Humana (APCS).

Bajo este modelo, el gobierno japonés apoya proyectos de infraestructura para el desarrollo local presentados por organizaciones comunitarias o gobiernos locales, a la fecha han invertido más de $30 millones con lo que ha contribuido a que cerca de un millón 315 salvadoreños cuenten con mejores condiciones de vida.

A esta ayuda financiera aplican organizaciones sin fines de lucro como escuelas, municipalidades y asociaciones comunales y se destinada a proyectos en áreas como educación, salud básica, seguridad, agua potable y otros.

Uno de estos proyectos de desarrollo sostenible financiados por la Agencia de Cooperación Internacional de Japón (JICA), es el abastecimiento de agua potable en el Cantón La Fragua, del municipio de Moncagua, San Miguel.

Antes de la implementación del proyecto, los habitantes del lugar tenían que madrugar casi a diario para traer agua de un rio a sus viviendas, tanto para consumo como para oficios domésticos.

“Antes de que la embajada de Japón nos ayudara con esta necesidad que teníamos acá en la comunidad, nos tocaba a todos ir a traer agua al río, los que tenían carretas iban en ellas, los demás teníamos que madrugar y caminar casi tres kilómetros con cantaros o cubetas para poder abastecernos y tener para tomar y para los quehaceres diarios” Explicó Manfredi Sánchez, habitante de La Fragua.

Este problema también dificultaba el desarrollo de las actividades escolares en La Fragua, ya  que el centro escolar ubicado en la localidad y que atiende a más de 600 alumnos no contaba con agua potable para ofrecer a los jóvenes.

“A veces teníamos que comprar el agua para el aseo de los baños y los pisos así como cocinar los alimentos y para que los niños la bebieran, en otras ocasiones los alumnos traían para su uso”, mencionó Lorena Alvarenga, directora del C.E. La Fragua.

En 2002, la Alcaldía Municipal de Moncagua perforó un pozo, la comunidad contribuyó con la compra de un sistema de bombeo, pero por problemas de diseño del sistema no se logró abastecer diariamente a las familias, además de que consumía demasiada energía eléctrica ya que la bomba operaba casi 16 horas.

Es por lo anterior que en 2013 la comunidad se organizó en la Asociación de Desarrollo Comunal “Unidos para el Progreso” (ADESCOUP) y con la ayuda de la Fundación Campo, solicitan ayuda al gobierno japonés, quienes después de estudiar el proyecto lo aprobaron.

Es así como se comenzó la construcción de un nuevo sistema de agua potable, que contaría con un tanque de distribución con capacidad para 150 metros cúbicos, una red de tuberías de 6,220 metros de longitud.

El plan fue ejecutado por ADESCOUP quienes aportaron la mano de obra, además del apoyo técnico y financiero de la Alcaldía de Moncagua y la Fundación Campo y JICA.

El sistema de agua potable fue inaugurado en noviembre de 2013 y actualmente beneficia a 356 familias quienes reciben el vital líquido de forma periódica.

Pero la ayuda humanitaria que brinda Japón a El Salvador no se queda ahí, otra de las preocupaciones del país asiático es el medio ambiente, por ello ha apoyado iniciativas en relación a este tema en nuestro país.

En este sentido JICA apoyó el Proyecto de Manejo Integral de Desechos Sólidos para Municipios (PROMADES), para mejorar la condición sanitaria ambiental en el territorio nacional.

La iniciativa fue presentada a la cooperación japonesa por la Asociación Intermunicipal de Municipios del Norte de la Unión (ASINORLU), que aglutina a nueve municipios como son: Lislique, Nueva Esparta, Anamorós, Polorós, El Sauce, Concepción de Oriente, Bolivar, San José y Santa Rosa de Lima.

ASINORLU nace en 2003 con la unión de los municipios antes mencionados y con el objetivo de encontrarle una solución al problema de la basura y abordar integralmente el impacto ambiental relacionado con la falta de educación en el manejo de los desechos sólidos, gestión de recursos hídricos y protección de los recursos naturales que posee la población.

Actualmente, el relleno recibe de 42 a 48 toneladas diarias de desechos de 26 municipios y en el primer trimestre de 2017 estará estrenando la tercera fase del programa.

“El relleno tiene una vida útil de 20 años los cuales mediante una buena gestión pueden alargarse a 30 o 35 años, actualmente lleva trece años operando, inicialmente lo utilizaban solo los nueve municipios fundadores, hoy atendemos alrededor de 25 municipios” ), expresó Margarito Pérez, presidente de ASINORLU.

Este proyecto también contempla la educación ambiental hacia las comunidades por lo que la asociación solicitó la ayuda del gobierno de Japón por medio de sus voluntarios de cooperación.

En la actualidad cuentan con la ayuda de Mika Tanaka, especialista en Educación Ambiental, quien es la segunda voluntaria asignada a ASINORLU, su trabajo consiste en impulsar la implementación de medidas de seguridad ocupacional entre los trabajadores del relleno.

Además de mejorar la imagen del Relleno Sanitario ante la comunidad y promover la educación en temas medioambientales en los 26 municipios a los que beneficia el proyecto.

“Nosotros invitamos alumnos de las escuelas y pobladores de los municipios para general conciencia del proceso que lleva el tratamiento de los desechos sólidos y ayudar a reducir la generación de basura en sus comunidades”, dijo Tanaka.

La institución se plantea a futuro buscar recursos para la adquisición de una flota de camiones y así brindar servicios a una mayor cantidad de municipalidades, además entrar en el rubro del tratamiento de desechos hospitalarios y seguir trabajando en la educación ambiental hacia sus beneficiarios para mejorar la calidad de vida de las nuevas generaciones.

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