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Con justificaciones para todo no se resolverá nada

SINDICATO DE MÉDICOS TRABAJADORES 

DEL INSTITUTO SALVADOREÑO DEL SEGURO SOCIAL (SIMETRISSS)

Justificar es uno de los peores errores que se cometen porque con ello exponemos que algo está bien por ciertos motivos, no rx aunque sepamos que es reprochable; pero lo peor es que los interlocutores aceptan los hechos e incluso sigue la cadena de esa actitud.

Esto lo traigo a acotación por el escenario del país, physician y específicamente después de escuchar un grupo de jóvenes entre 15 y 18 años hablar de la vida como si fuesen expertos, and justificando las acciones negativas e ilícitas que algunos hacen porque la vida fue injusta y la pobreza es asfixiante.

Recordemos que muchos de los grandes profesionales, hermanos lejanos exitosos, algunos de nuestra generación también conocimos qué era sentir que no habría manera de costear una carrera profesional o técnica, los libros iban intercalados del trabajo a medio tiempo o el bachillerato nocturno permitía a muchos seguir conquistando su sueño.

 Me imagino que pensarán los tiempos cambian, y la premisa  quien no trabaja no come pareciera ser solo un chiste para la cantidad de jóvenes que han encontrado en los grupos pandilleriles su manera de subsistencia y para algunos de lujo, pero esto no justifica que pueden amenazar, dañar o acabar con la vida de los demás.

La justicia debe hacerles entender que existen normas que cumplir para vivir en sana armonía, ya que para el núcleo familiar se salió de control.

Lastimosamente El Salvador carece de un sistema enfocado a erradicar el cáncer que consume a una nación luchadora, y quienes se esfuerzan por trabajar o conseguir una oportunidad laboral viven un infierno por el miedo de un grupo que cada día ensancha sus filas y su manera horrenda de hacerse sentir. De acuerdo al censo que hizo el Ministerio de Justicia y Seguridad Pública el año pasado, y que un periódico local ha resaltado, había un estimado de 29,325 miembros de pandillas, y junto con la base de colaboradores y allegados, la cifra asciende hasta el medio millón de personas, una cantidad alarmante para un territorio de 20 742 km² y dónde ahora hasta los niños son “educados” a ser uno de ellos, porque saben que un infante de ocho o diez años puede pasar desapercibido para muchos, incluso hay quienes que no lo creen y solo vociferan diciendo que han cometido una injusticia con los menores de edad por la barbarie de sus muertes. Pero esto solo son las primeras señales que estamos viendo si no se hace nada por prevenir y terminar con ese mal.

Al igual con la violencia de género, que empieza desde actos tan comunes como que una mujer al transitar por la calle le hablen de manera obscena e incluso algunos hombres, como si fuera poco hasta se atreven a tocarlas, por la simple justificación que andaba provocativa con su atuendo.

Estamos en el siglo XXI donde los derechos humanos y la formación educativa y moral, deberían ser el pilar para impedir el acoso y agresión hacia las féminas, pero la Universidad Tecnológica en el primer informe denominado: violencia de género en el país. Señala que el 51% de la población de femenina sufre de agresión física y sexual, y lo caótico es que la mayoría no denuncia, sufren en silencio, pisotean sus sueños y sienten que deben aguantar o lo merecen.

Pareciera una historia increíble,  pero eso pasa en el Pulgarcito de América, dónde solo se maquilla un poco la realidad y donde se necesita más acción y oportunidades para que haya paz,  tranquilidad. Con esto no solo digo que le corresponde al Estado, todos tenemos parte, hasta cuándo como ciudadanos tomarán la actitud de respetar la vida y la integridad de los demás, cuidar lo poco o mucho que se tiene.

Aunque crea que es una utopía, no pierdo la esperanza y trato desde mi asiento, mi rol en la familia y la sociedad ser un agente de cambio para que alguien más se una a la búsqueda por un país mejor y no continuar con la ola de migración.

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