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Bitácora elemental para diseñar una política cultural

Jaime Calderón
Director del Centro de Investigación Cultural y Artística Razamaya

En pleno siglo XXI, doctor nuestra sociedad no sabe mucho respecto a cual es la identidad cultural propia, viagra no la entiende y quizás no le interesa conocerla, drugstore porque por siglos la gente ha sido educada bajo la mentira y sometida a un esclavismo hacia el trabajo indigno y mal pagado que le genera miseria, hambre, desnutrición e insalubridad y un gran número de necesidades, es por ello que creo necesario proponer mis criterios contenidos en uno de mis libros titulado “Bitácora Políticas Culturales”.

Cuando se habla de cultura, se piensa que se está hablando exclusivamente del arte y que de eso solo hablan los que poseen una educación superior o pertenecen a la clase social adinerada. Este pensamiento es válido desde la perspectiva educativa de quienes defienden sus intereses económicos y culturales de sometimiento, opresión y represión.

Los hechos culturales nacionales no han tenido un registro del que se pueda echar mano para desarrollar la cultura hacia el futuro, solo se han registrado los hechos que convienen a las minorías y se han obviado los hechos relevantes que pudieran generar una conciencia nacional de cultura, plena de memoria y adecuada a la historia, tal y como en la actualidad se cuentan mal los detalles que generaron la guerra, los que prevalecieron durante su apogeo y se ignoran en los programas oficiales de educación a todo nivel.

Los bienes culturales materiales son los únicos que han sobrevivido a las destrucciones generadas en las crisis sociopolíticas y sobrevivirán porque atrás o al interior de ellos no hay historia confiable que se cuente, por lo tanto solo se conservan como bienes decorativos que ni siquiera se les da mantenimiento y promoción cultural. Los bienes culturales inmateriales se conservan, pero se han deformado tanto que ya es preciso hacer un inventario científico y quitarles la broza que les puso el tiempo y la falsa historia.

Los servicios culturales son los únicos que se ven en la actualidad como actividades institucionales o personales pero sin razón histórica, sin promoción de sus valores, haciéndose cada vez más profusa convirtiéndose en activismo intrascendente y altamente enajenante de la cultura auténtica, alejado de los contenidos culturales propios que se practican más por subsistencia económica que por preocupación de desarrollo cultural.

La religión es un aliado directo de la identidad cultural, ella sirve para desarrollarla, trastocarla, destruirla o enajenarla. La penetración religiosa ha permanecido desde se dio la primer invasión cultural a tierras americanas, cada vez ha sido más agresiva y extremista ya que la división humana de nuestra sociedad cada vez es más grande, la concertación es casi imposible y las rivalidades criteriales han creado abismos sociales peligrosos para las grandes mayorías, pero ventajosos para la minoría dominante y privilegiada.

La cultura se conforma de valores éticos, morales, sociales, cívicos y humanos, al existir una crisis en estos, la cultura se deteriora, se enajena y se destruyen los rasgos de identidad nacional, y entonces quienes dominan en la sociedad actual son los antivalores, y eso es así porque hay sectores del poder económico, político, social y religioso, interesados en que así sea.

La crisis social, sea esta agraria o urbana es general y grandísima, a los sectores más desprotegidos, marginados, sin buenos servicios de salud y de educación se les ha enseñado a alabar y apoyar las políticas sociales y económicas que les afectan, se les ha enseñado a ser consumidores ciegos, sordos y mudos de todo lo que produce el mercado nacional e internacional.

El sistema educativo oficial presenta altas deficiencias en sus contenidos programáticos, y se desmejoraron mucho más en los primeros 17 años de posguerra con reformas educativas ajustadas a los intereses de las altas esferas empresariales y al gran capital financiero, sectores de poder que obedecen o replican las políticas neoliberales del poder financiero internacional, los niveles de docencia son pobres y nada interesados en privilegiar la cultura nacional, los servicios públicos educativos fueron deficientados para justificar una privatización del sistema, muy a pesar que el mejor aliado para el desarrollo cultural es la educación, como resultado de esa perversión neoliberal observamos como el sistema ha sido el peor detractor y tergiversador de la verdadera cultura nacional.

La salud es también un bien cultural, pero hasta el año 2009, fue un mal endémico y epidémico, lo padecía la población, ya que se llegó al colmo que ni las vacunas básicas a que tiene derecho la niñez y los medicamentos que la población paga con sus impuestos y cotizaciones al sistema de seguridad social existían en hospitales y unidades de salud, pero el propósito de tales deficiencias fue desde los años 90s hasta el 2009, justificar una privatización del sistema, impulsada por los sectores de poder  político, económico y social nacionales e internacionales, superada por la organización y lucha del gremio de salud.

Una nación sin identidad cultural definida, no posee identidad, soberanía y dignidad. La soberanía nacional es cada vez más vulnerable, se abrieron enteramente las puertas al servicio de los sectores financieros internacionales usureros y al imperio para que no contáramos más con sistemas o servicios públicos que produjeran ganancias, cayendo éstos en manos de empresarios apátridas, obedientes al poder del monopolio internacional inhumano y criminal, convirtiéndonos en un país sin poder monetario propio, sin política fiscal, sin una moneda que se acerque a nuestra identidad, como lo era el Colón, hipotecado a los intereses usureros y deshumanizantes del imperio, propensos a subsistir de los miserables salarios que pagan las empresas maquiladoras que lo único que persiguen es pagar cada vez menos dinero por la mano de obra nacional y vender cada vez más caros los productos confeccionados y evadir los impuestos…     (Continuará).

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