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ARENA debe abandonar politiquería

La Asamblea Legislativa sesionará este día, y una grata actuación de ARENA, el principal partido opositor, sería que por fin diera sus votos para la aprobación del Presupuesto General de la Nación, lo que equivaldría a que adoptara posturas de nación en vez de la politiquería con la que ha venido actuando.

En ocho años consecutivos el partido tricolor se ha opuesto a votar por el presupuesto, bajo la excusa de que el mismo iba desfinanciado e incompleto.

En efecto, en los años anteriores, el presupuesto se votaba con 43 votos, como establece la Constitución, pues se permitía que los recursos para complementarlo se votaran aparte, de forma extraordinaria, pues, este implicaba los 56 votos, lo que significaba que debería haber una negociación diferente.

Pero, luego de una sentencia de la Sala de lo Constitucional, se obliga al Ejecutivo que el presupuesto sea aprobado completo, es decir, incluidos los recursos provenientes de empréstitos, así ha obligado a que el presupuesto se vote de forma calificada, a sabiendas, incluso, que de esa forma le permite a ARENA chantajear al Ejecutivo, y contribuye a facilitarle la agenda de boicot que el partido opositor mantiene contra los gobiernos del FMLN.

ARENA, por cierto, ha olvidado los argumentos que le permitieron justificar su negativa a votar, cuando, el presupuesto se presenta completo desde el primer momento, según la Constitución.

Hace unos meses, ARENA exigía que en la discusión del presupuesto estuvieran representantes de organismos financieros extranjeros, con lo que le quitó el carácter soberano que implica discutir el presupuesto internamente.

El BID, por cierto, prácticamente le dio el visto bueno al proyecto del Presupuesto General de la Nación, pero a ARENA no le satisfizo, y ahora la condición que pone es que el presupuesto de 2018 se reduzca en 300 millones de dólares. Además, quiere que se eliminen 40 mil plazas públicas.

ARENA ha hecho de la discusión del Presupuesto General de la Nación una oportunidad para imponer sus criterios y, de paso, extorsionar al Gobierno, pero al final, a quien amenaza es al pueblo, porque pone en peligro el buen funcionamiento del aparato público, lo que afecta al desarrollo del país.

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