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Ante explosión automotriz, paciencia y cortesía

Carlos Girón S.

La población en nuestro país rebasa con creces los 6 millones de personas. De ese total, buy viagra la mayoría (52.5%) es femenina y el resto (47.5%), masculina. La disponibilidad y expansión de los diferentes servicios de abastecimiento de alimentos, agua, energía eléctrica y sobre todo, centros hospitalarios y de salud, que requiere tal número de personas y familias, siempre en crecimiento, difícilmente puede ir al paso, así se destinara a ello todo el presupuesto de la Nación. Pero todo esto hay muchos (los medios, especialmente) que adrede lo ignoran con malévolos propósitos.

Un panorama algo parecido tenemos en El Salvador, como en el resto del mundo, con la explosión de vehículos automotores que inundan y rebalsan los espacios y arterias por donde desplazarse. Y aquí, lo más lógico del caso es que, a mayor número de automotores, mayor número de muertos y golpeados en accidentes de tránsito.

Las ciudades principales, la capital en especial, son lugares donde se dan las mayores concentraciones vehiculares y los consiguientes embotellamientos, ahora a toda hora del día, que todas se han vuelto “horas pico”. Contribuye a esto la libre circulación de los grandes furgones y rastras, tractores  y otras grandes máquinas de construcción en el mero centro capitalino, complicando las cosas cuando hacen cruces de esquina… A estos automotores pesados podría o debería pedírseles (a los dueños y conductores) que circulen en horas nocturnas.

En cuanto a la circulación de los automotores livianos, la colaboración de los conductores puede ser el factor que alivie los congestionamientos y los accidentes. Y aquí la cuestión es de cultura, educación y paciencia, y un buen desarrollo de consciencia individual. Las exigencias de la vida moderna obligan a que todos andemos apurados, dominados por ansiedades inútiles o enojados por los embrollos a los que nosotros mismos contribuimos con nuestros autos. Los motociclistas son los que tienen ventaja por poder deslizarse entre los ríos torrentosos de carros, microbuses, buses y hasta tractores. Por cierto se aprecia que cada vez se ven más personas que han dejado descansar sus automóviles y se han cambiado a motos, incluidas muchas señoritas y señoras. Muy inteligente. Es una modalidad que cada vez podríamos ir adoptando en nuestro país, como ya se estila en muchos otros, en Europa y los Estados Unidos.

Lo que en aquellos países se observa y acostumbra es no hacer la estridencia con la pitazón que padecemos acá en los congestionamientos. Allá también todo el mundo respeta las señales con que se pide vía para cambiar de carril,  aunque muy pocos lo hacen; la mayoría de automovilistas se queda en un solo carril, el que tomaron al entrar a una arteria.

Un punto crítico en esto de los problemas del tráfico vehicular es el de quienes manejan en estado de ebriedad o drogadicción. Es algo suicida y criminal. En temporadas de vacaciones es cuando los índices de víctimas mortales o heridas se disparan, y es por esa causa, según los reportes y las estadísticas. Aquí hay evidentemente una total falta de cultura, de educación y de consciencia, y un irrespeto absoluto hacia la vida de los demás, nuestros semejantes. Ha sido una buena medida de las autoridades correspondientes elevar las multas por esta clase de infracciones a los conductores irresponsables, bien calificados de “temerarios”, pudiendo agregárseles lo de “homicidas potenciales”.

Decía antes que en nuestro caso, con los problemas de congestionamientos, lo que puede contribuir a la fluidez del tráfico, a la disminución de accidentes y reducción del estrés y las ansiedades, serían buenas dosis de paciencia, tolerancia, comprensión y respeto por las señales que dan los demás conductores. La cortesía es muy valiosa en este asunto de la explosión automotriz. Por muy de prisa que andemos las personas, debemos pensar que siempre hay tiempo para la nobleza, y aquí se puede practicar mucho. Esto, a la par que enaltece y da satisfacción a quienes la practican, ayuda para desenredar los nudos de automotores en los grandes centros de concentración humana y vehicular.

Por supuesto que algo elemental es el respeto que debe haber en los conductores de automotores hacia los peatones, no solo donde están marcadas zonas de seguridad, sino también donde no las haya. Por su lado, los transeúntes deberían tener el cuidado de no cruzar las calles por cualquier punto, sino procurar las esquinas o las pasarelas cuando están construidas y hay alguna cercana.

Todo tiene al menos un punto de acomodo y arreglo. El ser humano ha sido creado con poderes y facultades para que pueda ajustar las circunstancias del entorno del modo más favorable para sí, no puede ser al revés: que el hombre tenga que sujetarse a condiciones externas, salvo en casos excepcionales.

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