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¡Al Fin! El Foro Levanta Cabeza Ante Los Catilinas De La “Sala”

Carlos Girón S.

Nosotros, el pueblo honesto, trabajador y luchador, manifestamos nuestra complacencia, aprobación y pleno reconocimiento a los miembros del Foro salvadoreño que, ¡por fin!, han dado un paso trascendental al ponerse de pie, alzar la cabeza y enfrentar a los cuatro Catilinas que usurpan el poder en la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia y mantienen bajo una férrea dictadura a nuestra República.

En un gesto valiente y desafiante, cincuenta distinguidos y honorables abogados de nuestro Foro se han decidido a integrar la Asociación de Constitucionalistas de El Salvador (ASCOES) –como lo ha dado a conocer en primicia este también corajudo Diario CO-LATINO en un editorial de la semana pasada–, cuyo objetivo esencial y fundamental es volver por los fueros del Derecho y defender la Constitución Política, tan violada y pisoteada desde hace demasiado tiempo por esos Catilinas guanacos, sin que togado alguno se haya sentido agraviado ni ofendido ante tal delincuencia y haya protestado o condenado.

(Antes de proseguir hay que recordar que Catilina (Lucio Sergio) fue un político romano, senador ambicioso, que cuando en el año 63 antes de Cristo fracasó en sus varios intentos de ser el Cónsul de Roma (puesto de gran poder a la par del Senado), se dedicó a agrupar a toda clase de facinerosos para formar un ejército y, en una conjuración, lanzarse sobre Roma para hacerse finalmente del poder. Pero su conspiración fue descubierta antes y, enterado de ello, un famoso orador la emprendió en su contra, denunciando sus planes conspiradores contra la República. Ese orador era Marco Tulio Cicerón, senador también, jurista, político, filósofo, escritor, y orador romano. Cuando se postuló logró ser el Cónsul.

Enterado de la trama de Catilina lo fustigaba incansablemente con fogosos e incendiarios discursos que cautivaban y advertían al pueblo romano del peligro que amenazaba a la República. Obviamente, Catilina intentaba acallarlo mandando a matarle, pero no lo logró. Fue él quien pagó con su vida. Descubierta la conjura y denunciada por Cicerón en el senado, fueron mandados a detener los conspiradores, quienes fueron capturados y ahorcados. Viendo esto, Catilina instigó a otros de ellos a luchar, haciéndolo él a su lado, cayendo en la batalla. Enterado de ello, Cicerón expresó:  «Que las armas cedan ante el rango de la toga de la paz». Luego, no dejó que nadie olvidara nunca su afirmación de que en el 63 a. C., con la derrota de la conspiración de Catilina, él había salvado la República).

Pues bien, continuando digamos que en nuestro Foro habrá no sólo un Cicerón sino muchos entre los cincuenta “rebelados” ante el sistema de cosas que impera en el ámbito constitucional. Y es admirable que la mayoría de integrantes de ASCOES sean jóvenes –y no podía ser de otra manera. El editorialista de CO-LATINO señalaba que el presidente de esta gremial es Rogelio Canales,  mencionando también a la ya conocida y prestigiosa María Silvia Guillén –quien ya antes ha lanzado sus propias Catilinarias–; a Fátima Huezo y Oscar Canjura.

El pueblo aguardará con gran interés e impaciencia su primer pronunciamiento público, incluyendo –ojalá—la nómina completa de quienes han dado este paso histórico, que abre un nuevo capítulo en la vida de nuestro país. Hemos de decir que se resiente el hecho de que otros togados, especialmente de los más reconocidos y “famosos”, de edad mayor, hayan guardado ominoso silencio ante el pertinaz ultraje de los 4 Catilinas de la Sala a la República  y su Constitución, peor aun cuando paladinamente confesaron haber asaltado el poder al decir “nosotros, los que conducimos al país… tenemos que reunirnos” en aquella reunión secreta que tuvieron con los dueños de los grandes medios…

Ante eso, merecían que se hubiera dejado escuchar el eco de una de las más famosas Catilinas de Cicerón, quien dijo (fragmento):

“¿Hasta cuándo, Catilina, abusarás de nuestra paciencia? ¿Cuánto tiempo hemos de ser todavía juguete de tu furor? ¿Dónde se detendrán los arrebatos de tu desenfrenado atrevimiento? ¡Qué! ¿No han contenido tu audacia ni la guardia que vela toda la noche en el monte Palatino, ni las que protegen la ciudad, ni el espanto del pueblo, ni el concurso de todos los buenos ciudadanos, ni el templo fortificado en que el Senado se reúne hoy, ni los semblantes augustos e indignados de los senadores? ¿No has comprendido, no estáis viendo que ha sido descubierta la conjuración? ¿No ves que tu conspiración no es para nadie un secreto y que ya la tiene todo el mundo por encadenada? Lo que has hecho la pasada noche, los hombres que has reunido, las medidas que tú has concertado con ellos, ¿crees que son cosas ignoradas ni por uno siquiera de nosotros? ¡O tiempos! ¡O costumbres! El senado conoce esas conjuras, el cónsul las ve ¡y ese hombre vive todavía! ¿He dicho vive? Más aún, ¡viene al Senado, toma parte en las deliberaciones, designa de entre nosotros a los destinados a la muerte! Y nosotros, varones fuertes, creemos hacer bastante por la República si evitamos su furia y sus puñales. Tu muerte, Catilina, hace tiempo que debió ser decretada por el cónsul; hace tiempo que el cónsul hubiera debido hacer que cayera sobre tu cabeza el golpe con que tú nos amenazas”.

Con seguridad, ese eco resonará en el pecho de los augustos miembros del ACOES y se inspirarán y hallarán la fortaleza necesaria para defender y salvar nuestra República. Nosotros, el pueblo, se lo agradeceremos siempre y estaremos a vuestro lado…

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