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Aguilar Chávez: “Puros cuentos”

RENÁN ALCIDES ORELLANA

Escritor y Poeta

 

Manuel Aguilar Chávez, prescription escritor y periodista de mediados del siglo pasado, prostate nació en San Salvador el 20 de marzo de 1914 y murió trágicamente el 30 de noviembre de 1957. Tenía 43 años de edad y ya había dado grandes aportes a la Literatura y al Periodismo nacionales; y, sin duda, hubiera aportado mucho más, si la muerte no llega anticipada e inoportuna.

Aguilar Chávez murió a manos de un criminal hoy desconocido, en zona periférica de San Salvador; y con él se fue el escritor de verbo coherente y lenguaje sencillo, identificado con las causas nobles y con los sectores más necesitados. Quienes le conocieron lo describen como “un escritor y periodista que amaba a su tierra salvadoreña. La conocía -afirman- en sus más íntimas expresiones, muchas de las cuales fueron motivo propicio para sus cuentos, relatos y reportajes…”

Desde muy joven se dedicó al Periodismo, primero con el Diario de Occidente (1935-1938), luego como redactor de El Diario de Hoy y como director de La Tribuna (1945-1948). También, se desempeñó en varios cargos públicos, habiendo recibido distinciones especiales, como la designación de Encargado de Prensa de la delegación salvadoreña a la Organización de Naciones Unidas (ONU), en 1949; y otra, como delegado representante del país a la Conferencia de la Sociedad Interamericana de Prensa, 1950.

Pero, destacada fue también su trayectoria literaria como poeta y cuentista y, como algo especial, el cultivo, con ingeniosa creatividad y talento, del género humorístico, género un tanto escaso por difícil en el medio de entonces, y de ahora. Dos son las obras más conocidas de Manuel Aguilar Chávez (aunque puedan existir otras inéditas, ya de seguro condenadas al olvido): “Un viaje al infierno pasando por Pespire” (1950); y “Puros cuentos”. Este último , para mí, es sin duda la mejor muestra de una pluma en constante evolución y crecimiento; y, lo mejor, por algún especial designio, tuvo la suerte de haber sido recopilada y editada en primera y segunda edición, por el Departamento Editorial del Ministerio de Cultura, en 1959; es decir, dos años después de la trágica muerte del poeta. Aunque tal vez tardío, fue un justo reconocimiento a su obra.

El libro “Puros cuentos” es -según los editores- “una serie de cuentos vitales arrancados del medio campesino o del barrio miserable, donde la existencia es ingenua o sórdida, trágica o colmada de buen humor, rebelde o amarga en ocasiones marcadas por el destino…”. Y del escritor, algo más: “ … como eran suyos el ambiente de la vida y las costumbres del pueblo, el ambiente popular brotaba fácilmente de su pluma…”. Por eso, resulta imposible no leer y releer los diez cuentos que constituyen el libro, por ese sabor tan criollo  y por esa conciencia popular que los identifica.

Los títulos de los diez cuentos del libro, que identifican una realidad social marginal o casi marginal de las grandes urbes, son: 1. Servando Navas, el “casi nada”; 2.  El telegrama, 3. Nixtamalero, reló del hombre; 4. Se regala tierra; 5. Florecieron los zapatones; 6. El hombre que se hizo palo; 7. Lucinda que se llamaba Juana; 8. El Cardenal; 9. Alfredo Funes, su taxi y el estreno agostino; y 10. La dentadura de oro… todo un ramillete de cuentos costumbristas, con sabor al pueblo suyo, al de todos, con sus carencias y debilidades, pero con un espíritu alto, para no desfallecer nunca. Yo leí estos cuentos cuando recién salían del horno editorial y, mientras más los leía, más los identificaba con la realidad popular de allá de Villa El Rosario, mi suelo natal, al norte de Morazán.

Corta parece ser la obra del poeta, escritor y periodista Manuel Aguilar Chávez: y, efectivamente, fue corta, pero porque cortaron su vida en plena juventud creadora, cuando de seguro proyectaba nuevos aportes a la cultura nacional. Aportes que hubieran sido valiosos hoy, precisamente cuando más necesario es el quehacer intelectual, para contrarrestar el gran vacío y la indiferencia hacia “las cosas de la cultura”, especialmente de parte de quienes han estado -están- más interesados en los privilegios y prebendas para su beneficio personal y de su grupo, antes que estimar en todo lo que vale el progreso cultural del país y la labor de los trabajadores de la cultura. Con las excepciones apreciables por escasas, es consecuencia de la interpretación a la inversa que -para su beneficio- hacen algunos políticos de la sentencia del poeta y patriota cubano José Martí: “A la patria se le sirve y no se le toma para servirse de ella”.

A casi 58 años de su trágica muerte, Manuel Aguilar Chávez, poeta, escritor y periodista, es parte ya de una generación de intelectuales desaparecidos que, por sus méritos personales y su alta calidad humana, han pasado a engrosar las filas histórico-culturales de El Salvador.  (RAO).

Manuel Aguilar Chávez, 1914-1957

 

 

 

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