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25 años de la firma de los acuerdos de paz en El Salvador: el desafío de construir la paz sigue pendiente

Hugo Fajardo Cuéllar *

La historia de El Salvador marca un viraje trascendental en su devenir histórico, cuando un 16 de enero de 1992, se firma en el Castillo de Chapultepec, México los llamados Acuerdos de Paz entre lo que en aquel entonces era la guerrilla del Frente Farabundo Martí Para la Liberación Nacional (FMLN) y el gobierno en turno de ese momento representado por el partido Alianza Republicana Nacionalista (ARENA). Con dichos Acuerdos de Paz, se ponía fin definitivo a la guerra Civil o Conflicto Armado que vivió El Salvador desde inicios de los años 80 hasta inicios de 1992.
Dentro de ese contexto y al cumplirse el 16 de enero del año 2017, el 25 aniversario de dicho acontecimiento, es de mucha trascendencia plantear en este artículo algunas reflexiones sobre la importancia que dichos acuerdos tienen para la dinámica actual de nuestra sociedad y sobre todo para plantearse el desafío de cómo construir una paz firme y duradera en El salvador.

BREVES ANTECEDENTES
Durante los años ochenta de siglo recién pasado, en El Salvador se desarrolló una guerra civil que se expresó en un enfrentamiento Armado entre las fuerzas Armadas del gobierno de aquella época y las fuerzas guerrilleras organizadas en el FMLN. Pero ante la imposibilidad de que ninguna fuerza venciera militarmente a la otra, se crearon las condiciones para que ambas fuerzas firmaran con mediación de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), un acuerdo que le pusiere fin a dicho conflicto.
Aquel 16 de enero del 92, el calendario marcaba una fecha histórica para El Salvador, y la celebración de tan grande acontecimiento reunió a miles de salvadoreños en la plaza cívica de San Salvador en donde pudimos presenciar la celebración de la firma de dichos acuerdos en medio de gritos de alegría y lágrimas de emoción por los familiares y amigos de los hombres y mujeres guerrilleros que durante más de diez años lucharon en las montañas en la lucha armada y que después de mucho tiempo volvían a encontrarse con sus familiares y con todos aquellos que habían sobrevivido a la guerra.
Como fruto de la firma de los Acuerdos, el sistema político salvadoreño experimentó algunas modificaciones mediante algunas reformas a la constitución, surgiendo así nuevas instituciones sociales cuyo objetivo fundamental seria consolidar la paz y la democracia, lo cual aún no se ha logrado pese a que hay algunos avances. Entre esa instituciones destacan: La transformación del FMLN en partido político, (hoy partido de gobierno), la creación de la Policía Nacional Civil (PNC), El Tribunal Supremo Electoral (TSE), El Consejo Nacional de la Adjudicatura (CNJ), EL Foro de Concertación Económico Social, La Comisión de la Verdad, La Comisión Ad hoc, entre otros
Sin embargo hoy en día, las nuevas generaciones de jóvenes y adolescentes sobre todo aquello que nacieron a partir del 2000 iniciándose el presente siglo XXI, muy poco o casi nada saben sobre este acontecimiento, e incluso las generaciones que fueron testigos de la guerra y la firma de dichos acuerdos parece que han perdido conciencia de los mismos, además el sistema político de los diferentes gobiernos de turno durante el periodo pos acuerdos no le han dado la importancia a los mismos como instrumentos claves en el proceso de construcción democrática.

EL DESAFÍO DE CONSTRUIR LA PAZ
La construcción de la paz en El Salvador sigue siendo el desafío principal no solo para el actual gobierno sino para todas las fuerzas sociales políticas y económicas de la sociedad salvadoreña. Pero no se trata de la paz como simple ausencia de la guerra, ni como lo dijera Guillermo Ungo, la paz de los cementerios, en donde para conseguir dicha paz había que eliminar a toda costa al enemigo, como en la guerra o vencer fraudulentamente al opositor político en las elecciones como en la posguerra; sino de una verdadera paz fundada en la justicia social y económica y el respeto total a los derechos humanos como pilares esenciales de una convivencia armónica entre todos los seres humanos.
Es decir que el desafío de construir la Paz, pasa primero por tener claro de que paz vamos a hablar, porque si bien los Acuerdos terminaron con la guerra de las Armas y el conflicto Armado, pero no terminaron con la guerra del hambre, la pobreza y la exclusión social que fueron las principales causas de la misma y que ahora se manifiestan en los problemas que obstaculizan la anhelada paz tales como: El desempleo, la delincuencia, la migración y la corrupción entre otros.
Después de 25 años de los Acuerdos, la paz en El Salvador sigue ausente, porque el conflicto Armado fue superado pero el conflicto social se ha agudizado, y aunque el conflicto es inherente al desarrollo de toda sociedad pero sino es bien administrado se convierte en un espiral de violencia. Esto significa que solo dialogando y negociando de manera racional y democrática las diferencias que están a la base del conflicto, se puede avanzar en la edificación de una paz firme y duradera para nuestro país.
Porque no se puede hablar de paz, cuando mucha gente no tiene satisfechas sus necesidades básicas, cuando los homicidios siguen siendo el pan de cada día, los bajos salarios y el alto costo de la vida sigue asfixiando a la clase trabajadora, pese al reciente aumento al salario mínimo, la corrupción en los funcionarios del estado sigue destapándose etc. mientras los políticos gozan de buenos salarios y piensan más en sus proyectos e intereses partidarios que en resolver los problemas que agobian a la gente más pobre de este país.
Lo anterior presupone tener claridad de lo que significa una verdadera PAZ, como bien lo afirma Johan Galtung: “La Paz no es otra cosa que la fase superior de los conflictos; es decir el estadio en que los conflictos son transformados por las personas y por las comunidades de forma positiva, creativa y no violenta” (Galtung, 2003, pág. 354).
Esto implica que la paz verdadera no es un fin en sí mismo sino el medio constante y permanente para construir una sociedad que sabe administrar el conflicto como fuente de bienestar, dignidad y tranquilidad, para todos sus habitantes.
En síntesis los Acuerdos de paz dieron como fruto la paz negativa o el cese de la guerra pero después de 25 años aún no han podido crear las bases de una paz positiva cimentada en la justicia social y económica y el bienestar social para las grandes mayorías, de tal manera que ante la crisis generalizada que viene arrastrando nuestro país durante todo este cuarto de siglo, es urgente y necesario firmar un nuevo acuerdo que recupere los viejos acuerdos de paz aun no cumplidos y establezca otros que actualmente son necesarios e indispensables para poder reconstruir y reconciliar en su totalidad a la sociedad Salvadoreña.

* Sociólogo, Abogado y Notario, Master en Derechos Humanos y Educación para la Paz, Docente de la Universidad de El Salvador, Facultad Multidisciplinaria de Occidente.

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