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2015: No más corrupción-impunidad

Renán Alcides Orellana

El nefasto binomio corrupcion-impunidad ha sido -es- una de las peores lacras que deprime la vida y el bienestar de la población honrada, purchase especialmente a la de más bajos recursos. Un mal no privativo de El Salvador, tadalafil porque se mueve universalmente, pero que, igual que en todas partes, afecta ostensiblemente su deficitaria economía y perjudica su imagen de país.

Si corrupción en general es “la práctica que consiste en hacer abuso de poder, de funciones o de medios para sacar un provecho económico o de otra índole” y si, particularmente, corrupción política es “el mal uso del poder público para obtener una ventaja legítima”, no hay duda de que El Salvador ha sido -es- triste escenario de esa práctica maligna y viciada. Y si, por su parte, la impunidad es “la circunstancia de no recibir castigo un delito o un delincuente”, la fórmula del acabose está en ese binomio perverso, el círculo vicioso corrupción-impunidad.

Triste historia de larga data, desde siempre, pero que en las últimas décadas ha sido más ostensible por la denuncia oportuna, aunque casi siempre inútil. Así, todo mundo conoció los casos de: Fomiexport, Insepro/Finsepro, Crediclub, Credisa, ISSS, BFA, MSPAS, ANDA, MOP, OBC y otros. ¿Y que pasó con esos tantos millones de dólares robados, desviados o mal invertidos? Están bien, gracias. En manos de unos poquísimos, en perjuicio inhumano de los muchos… y lo peor, con total impunidad en su mayoría, gracias irónicamente al “diligente, oportuno y efectivo accionar” de las correspondientes autoridades de turno.

La “justicia”, sin embargo, llegaba un día con la detención de algunos ahora ex funcionarios de niveles secundarios, solo para no parecer del todo ineficientes, para que no se diga. Hasta que se dio el caso Flores/Taiwán que, aunque secreto a voces, parecía destinado a la impunidad. Con ese caso del expresidente Flores (vale decir un caso muy cuestionado por la opinión pública, que denuncia dudoso manejo oficial), la historia parecía cambiar, pero algunos “intringulis” jurídicos que casi gritan favoritismo, han generado desconfianza hacia las instituciones respectivas (Juzgado y Fiscalía General de la República), tanto que -para ir a tono con el dicho popular- “cuando el río suena…” aparte de que el pueblo es sabio y la voz del pueblo -dice otra sentencia- es la voz de Dios…

Nada personal del columnista contra los indiciados de antes y de hoy, pero si contra su mal accionar, porque -como burla imperdonable- la corrupción que generaron ha perjudicado -perjudica- a la mayoría de salvadoreños que un día, por aprecio y confianza, dieron su voto a favor de la gestión que les prometía alguien, que al final les falló a ellos y a la Patria. Les falló integralmente, cosa imposible de perdonar.    

Al final de cada año todo mundo hace lo propio y se plantea buenos propósitos para el nuevo año que inicia; y, sobre todo, para generar la esperanza de que todo irá -tiene que ir- para mejor, tanto a nivel personal como social. En el aspecto personal, la búsqueda y el logro corresponden a cada quien; pero, a nivel político social, la denuncia y demanda de justicia contra el binomio perverso corrupción-impunidad, debe ser tarea colectiva; es decir, de la ciudadanía noble y honrada. Y es, ademas, tarea urgente y necesaria. Y eso significa comenzar desde ya, al inicio del nuevo año 2015… !Así sea! (RAO).

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